Xóchitl en Madrid. ¿Algún problema?
QEstá emprendiendo meramente labores en el apartado de la política exterior. ¿Tan criticable es eso?
ue Xóchitl no tiene por qué viajar a Madrid, están diciendo algunos comentaristas. Su visita a los Estados Unidos sí habría tenido sentido en tanto que es un país en el que se han afincado millones de compatriotas nuestros, un vecino, además, con el cual tenemos estrechísimas relaciones comerciales. Pero lo de aparecerse en tierras ibéricas, pues como que no.
Ah, y coronan su apreciación ironizando que una visita a la capital del Reino de España es siempre deleitable, como si la candidata de las fuerzas de oposición emprendiera un viaje de escasos dos días para degustar tapas en una terraza del Paseo de la Castellana o solazarse recorriendo la Gran Vía o irse de compras al Corte Inglés. ¿Saben diferenciar lo que es trabajo y lo que es placer o cualquier estancia en Madrid es obligadamente una experiencia de ensueño?
Pero, justamente, ¿por qué tiene lugar esa travesía? Muy sencillo y muy explicable: Xóchitl Gálvez ya se ve a sí misma como presidenta de Estados Unidos Mexicanos y a partir de ahí le otorga a España la importancia que tiene como un socio estratégico, ni más ni menos que el segundo inversor extranjero en este país. Va entonces a apuntalar un vínculo que se ha fracturado seriamente a causa del antiespañolismo que exhibe el régimen de doña 4T, a ofrecer seguridades futuras a los interesados en estrechar los lazos comerciales y, muy probablemente, a anticipar acuerdos con algunos de los sectores que pudieren encontrar en su persona a una interlocutora abierta y confiable. Tareas de estadista, con perdón, no de demagoga vociferante.
La campaña electoral ha sido temporalmente proscrita —fue una disposición tomada en su momento para modificar el calendario electoral y responder a las jeremiadas de una izquierda que denunciaba, machaconamente, la naturaleza abusiva de las reglas que regían hasta entonces— y nos encontramos ahora en la llamada “intercampaña”, o algo así, un período que durará hasta el 29 de febrero.
En este impasse, tan artificial como absurdo, están prohibidos mítines y asambleas, no puede haber debates ni tampoco incitaciones públicas a votar por este aspirante o por el otro. Viene siendo, entonces, un momento enteramente propicio para que la aspirante del Frente Amplio por México —anticipando sus tareas como la próxima gobernante— tenga encuentros en España (por cierto, deseaba viajar también a otros destinos europeos con el propósito de explorar el tema de digitalizar los sistemas en que se apoya la operación gubernamental)
_ para que se vuelvan a fortalecer así los entrañables lazos con una nación hermana.
O sea, que estamos hablando de que Xóchitl están emprendiendo meramente labores, ya desde ahora, en el apartado de la política exterior de México. ¿Tan criticable es eso?