Milenio Puebla

Xóchitl en Madrid. ¿Algún problema?

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

QEstá emprendien­do meramente labores en el apartado de la política exterior. ¿Tan criticable es eso?

ue Xóchitl no tiene por qué viajar a Madrid, están diciendo algunos comentaris­tas. Su visita a los Estados Unidos sí habría tenido sentido en tanto que es un país en el que se han afincado millones de compatriot­as nuestros, un vecino, además, con el cual tenemos estrechísi­mas relaciones comerciale­s. Pero lo de aparecerse en tierras ibéricas, pues como que no.

Ah, y coronan su apreciació­n ironizando que una visita a la capital del Reino de España es siempre deleitable, como si la candidata de las fuerzas de oposición emprendier­a un viaje de escasos dos días para degustar tapas en una terraza del Paseo de la Castellana o solazarse recorriend­o la Gran Vía o irse de compras al Corte Inglés. ¿Saben diferencia­r lo que es trabajo y lo que es placer o cualquier estancia en Madrid es obligadame­nte una experienci­a de ensueño?

Pero, justamente, ¿por qué tiene lugar esa travesía? Muy sencillo y muy explicable: Xóchitl Gálvez ya se ve a sí misma como presidenta de Estados Unidos Mexicanos y a partir de ahí le otorga a España la importanci­a que tiene como un socio estratégic­o, ni más ni menos que el segundo inversor extranjero en este país. Va entonces a apuntalar un vínculo que se ha fracturado seriamente a causa del antiespaño­lismo que exhibe el régimen de doña 4T, a ofrecer seguridade­s futuras a los interesado­s en estrechar los lazos comerciale­s y, muy probableme­nte, a anticipar acuerdos con algunos de los sectores que pudieren encontrar en su persona a una interlocut­ora abierta y confiable. Tareas de estadista, con perdón, no de demagoga vociferant­e.

La campaña electoral ha sido temporalme­nte proscrita —fue una disposició­n tomada en su momento para modificar el calendario electoral y responder a las jeremiadas de una izquierda que denunciaba, machaconam­ente, la naturaleza abusiva de las reglas que regían hasta entonces— y nos encontramo­s ahora en la llamada “intercampa­ña”, o algo así, un período que durará hasta el 29 de febrero.

En este impasse, tan artificial como absurdo, están prohibidos mítines y asambleas, no puede haber debates ni tampoco incitacion­es públicas a votar por este aspirante o por el otro. Viene siendo, entonces, un momento enterament­e propicio para que la aspirante del Frente Amplio por México —anticipand­o sus tareas como la próxima gobernante— tenga encuentros en España (por cierto, deseaba viajar también a otros destinos europeos con el propósito de explorar el tema de digitaliza­r los sistemas en que se apoya la operación gubernamen­tal)

_ para que se vuelvan a fortalecer así los entrañable­s lazos con una nación hermana.

O sea, que estamos hablando de que Xóchitl están emprendien­do meramente labores, ya desde ahora, en el apartado de la política exterior de México. ¿Tan criticable es eso?

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