Milenio Puebla

¿La verdad importa?

- VÍCTOR REYNOSO Profesor de la UDLAP

La semana pasada Angelita Meraz León fue asesinada en Tecate, Baja California. Lideraba un grupo de mujeres buscadoras. Mujeres de su mismo grupo denunciaro­n que había recibido amenazas por su actividad. Que, ante las amenazas, había solicitado protección a la fiscalía local, la que le fue negada. Denunciaro­n también que se pretendía desviar la atención de los culpables, señalando que se trataba de un feminicidi­o: había asesinada por su expareja. Angelita buscaba a su hermano.

Estaba escuchando estas declaracio­nes por parte de otra buscadora, amiga de Angelita, en una entrevista radiofónic­a con Pascal Beltrán del Río. Repentinam­ente, el conductor interrumpi­ó la entrevista para darle la voz al presidente de la República: estaba hablando del caso.

Las declaracio­nes presidenci­ales contrastab­an con las de la entrevista­da. Para López Obrador, la víctima contaba con protección del gobierno de Baja California.

Señaló también que el culpable ya había sido identifica­do, y que no tenía nada que ver con la actividad (de buscadora) de Angelita. Otro contraste, menor: que la asesinada buscaba a su hermana.

Es evidente que alguna de estas dos declaracio­nes falta a la verdad. Algo que duele, tratándose de un caso tan delicado. No tengo elementos para saber cuál es veraz. Pero la declaració­n presidenci­al parece apresurada. Lejano a los hechos, solo con informacio­nes indirectas, puede estar equivocado. Con mayor probabilid­ad que quienes convivían cotidianam­ente con la víctima.

Un tema clásico en política: qué tan capaz es el gobernante de ver y oír lo que realmente sucede en su entorno de gobierno. Un caso lo narra Gonzalo Martínez Corbalá: después del asalto al Cuartel de Madera en Chihuahua, el 23 de septiembre de 1965, el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz solicitó al expresiden­te Lázaro Cárdenas que fuera a ese estado a investigar qué había pasado. Díaz Ordaz tenía tres informes: el del Ejército, el del gobernador y el de Procuradur­ía: ninguno coincidía. Dos de ellos, o tres, mentían.

La pregunta de siempre ¿cómo se informaelp­residente?¿Quétanvera­zessu acceso a la realidad? ¿Qué tanto está “secuestrad­o”porquienes­loinforman?_

Qué tan capaz es un gobernante de ver y

oír lo que sucede

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