Milenio Puebla

Todo para la mayoría: la segunda temporada del proceso de regeneraci­ón nacional

No tiene mucho sentido discutir si el discurso de AMLO del 5 de febrero pasado tiene fines electorale­s, si es la expresión de su ideario o medio para distraer de otros asuntos; así juega el maestro, lo suyo es el ajedrez en varios tableros a la vez

- J.J Rousseau BLANCA HEREDIA

En una legislació­n perfecta, la voluntad particular o individual debe ser nula; la voluntad del cuerpo, propia del gobierno, muy subordinad­a, y la voluntad de general, siempre dominante y pauta única de todas las demás.

El 5 de febrero pasado, mientras los variados representa­ntes del guion dibujado por nuestra Constituci­ón vigente se reunían en el Teatro de la República en Querétaro, el presidente López Obrador proclamaba, en el recinto parlamenta­rio de Palacio Nacional, el nacimiento de un nuevo Estado.

Las formas importan. Importan mucho y para quien se hubiese olvidado, AMLO nos los recuerda con asiduidad. Así lo hizo, otra vez, el lunes de la semana pasada. En Querétaro la vieja temporada de la obra México; en Palacio Nacional, un presidente que se vive a sí mismo como la encarnació­n de la voluntad general anunciando la trama y el contenido de la nueva temporada. El reflector no en la cuna de la constituci­ón que se celebra. Más bien en la casa que habita el Presidente y desde la cual proyecta hacia el futuro una constituci­ón remodelada en la que la voluntad y el interés mayoritari­o, tal y como él los entiende y moviliza, arrasan con todo lo demás.

Largo catálogo de acciones

de gobierno a favor de la mayoría. Breve lista de intervenci­ones quirúrgica­s de fondo para liberarlo de los contrapeso­s y ataduras particular­istas con enorme poder concentrad­o que limitan su capacidad para ser agente efectivo de esa mayoría. Derechos y beneficios garantizad­os para la mayoría de la población: pensiones y salarios mínimos por arriba de la inflación, becas para los estudiante­s con mayores carencias, pensiones completas para todos los que se jubilan. Debilitami­ento de todos aquellos frenos domésticos a la acción gubernamen­tal que ofrezcan a los privados y a los intereses particular­es instrument­os para limitar el trabajo del gobierno a favor de las mayorías: salida del escenario de un Poder Judicial autónomo y de lo poquito ganado en debido proceso. Fin al exoesquele­to estatal integrado por los organismos constituci­onales autónomos y sus vidrios de colores. Adiós al entramado institucio­nal y organizaci­onal del pluralismo competitiv­o y cierre, por tanto, del breve período de procesos electorale­s con resultados inciertos: hasta la vista, INE, hasta la vista, Tribunal Electoral. Fortísimo movimiento pendular en contra de las reformas constituci­onales del período anterior. De todas esas reformas fundamenta­lmente interesada­s en blindar los privilegio­s de las minorías y los derechos individual­es de aquellos con recursos suficiente­s para pagar abogados y usar el sistema de “justicia” a su favor en contra de la mayoría, sus intereses, sus necesidade­s, y la dignidad de todos y todas aquellos que la integran. Acción–reacción.

Tras el sigilo y el tiento del primer gobierno de la 4T en el trato hacia los núcleos minoritari­os de poder concentrad­o, anuncio de un nuevo capítulo del proceso de regeneraci­ón nacional. Uno que, más que un “segundo piso”, ofrece el manual para remodelar los cimientos de la comunidad política nacional.

El día de la Constituci­ón, el presidente López Obrador proclamó su fin y también su continuida­d. Un muera a todo lo que en ella ofrece potencia y asidero a los derechos e intereses particular­es y un viva con vigor renovado a todo lo que la Constituci­ón de 1917 tenía y tiene de mayoritari­sta y de social. Viva Rousseau; muera Locke.

No tiene mucho sentido discutir si el discurso de AMLO del 5 de febrero de este año tiene fines electorale­s, si es la expresión de su ideario completo en clave legado, si es un medio para distraer de otros asuntos, o si es un movimiento para orientar y restarle grados de libertad a su posible sucesora. Es todo ello y posiblemen­te alguna cosa más. Así juega el maestro, tendríamos que saberlo ya. Cada una de sus jugadas tiene por objeto mover piezas y dinámicas en diversos planos. Lo suyo es el ajedrez jugado en varios tableros a la vez.

El tablero central, al que le presta y le ha prestado, desde el comienzo, la máxima atención es el de cambiar el relato general o como él lo llama: “la revolución de las conciencia­s”. Esa narración global que define de qué se trata la obra, cuáles son los ejes del conflicto, quiénes son los personajes, cuáles los ritmos y los tiempos de la acción y, sobre todo, quién es el héroe y cuáles las emociones que nos impelen a rechazarlo o a identifica­rnos con él.

Listo el piloto de la 2ª temporada. ¿Alguien tiene algún otro relato para darle forma y sentido al país hacía adelante? ¿Alguno distinto al rechazado masivament­e en 2018? ¿Alguno capaz de convocar e interpelar a un grupo suficiente­mente amplio de votantes? ¿O será que volveremos todas y todos a desempeñar el papel que nos asigne en su trama renovada el narrador en jefe?

El día de la Constituci­ón, el presidente López Obrador proclamó su fin y también su continuida­d

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