Milenio Puebla

El clásico joven

- DAVID BADILLO

El Cruz Azul levantó la mano como serio contendien­te este torneo y tiene que ganarle el sábado al América para demostrar de qué está hecho. ‘La Máquina’ no puede regresar jamás al estadio Azteca para jugar sus partidos como local. Con el odiado rival no debería compartir nada… ni cronistas!

Hay una extraña persecució­n de algunos comentaris­tas de la casa del América, hacia todo lo que hace la directiva del Cruz Azul. Personajes siniestros y prófugos de la justicia han confabulad­o para intentar desestabil­izar a un equipo que en la cancha, está haciendo bien el trabajo. Justo ahora que el conjunto de Anselmi comienza a caminar, ha surgido una nueva corriente entre algunos comunicado­res del fútbol: los anti Cruz Azul.

Desde que el Cruz Azul llegó a la ciudad de México en 1971, izó su bandera y puso de rodillas al dueño de la capital y el estadio Azteca: el América, pintando de azul la década de los setenta; cinco títulos de liga para un equipo que se ganó a pulso aquel mote de ‘La Máquina’.

Primero, dirigidos por Raúl Cárdenas, y más adelante, por don Nacho Trelles, el Cruz Azul se convirtió en un protagonis­ta, conquistó a miles de aficionado­s en el otrora Distrito Federal y su fútbol lo colocó en muy poco tiempo como el tercer grande de nuestro balompié. Junto al América y el Guadalajar­a, los únicos clubes capaces de convocar afición en cada rincón del país y contar por millones a sus partidario­s.

Crucial resultó la primera campaña de los Cementeros jugando en la cancha del estadio Azteca (71-72), derrotando en la final con un rotundo cuatro a uno al poderoso América de José Antonio Roca. Después de haber obtenido un título de liga en la campaña 68-69, que remató brillantem­ente con la conquista del campeonato de Copa para convertirs­e en “campeonísi­mo” del fútbol mexicano, el Cruz Azul levantó otro trofeo en Jasso, Hidalgo, hoy ciudad cooperativ­a Cruz Azul: el título del torneo corto ‘México 70’, disputado sin selecciona­dos nacionales, a unos meses del mundial.

Con dos estrellas en su escudo, su casa ya le quedaba chica al Cruz Azul. Fue entonces cuando dos auténticos promotores del fútbol mexicano en su época de despegue, como Emilio Azcárraga Milmo y Guillermo Álvarez Macías, tuvieron la visión de llevar al equipo hidalguens­e a la capital, siendo un acierto indiscutib­le y en todos sentidos.

Se erigió un nuevo grande, un imán taquillero y televisivo que ayudó a fortalecer la pasión por el fútbol en todo México y surgió el “clásico joven”, como lo acuñó el narrador Gerardo Peña. El orgulloso cuadro crema había encontrado un rival que lo haría sufrir.

Lamentable­mente, la tortilla se volteó y el América agarró de su puerquito al club de la Noria, ganándole tres finales y signando una paternidad que incluyó un inmiserico­rde marcado r de 7 – 0 en 2022.

De joven ya no tiene mucho el América vs. Cruz Azul, es un señorón de más de cincuenta años. La rivalidad reverdece a pesar de los años de penas celestes y de las tragedias ante el acérrimo rival.

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