Milenio Puebla

Psicología breve para gente ocupada

La gente quiere que le digan qué hacer y cómo hacerlo para sanar su alma, porque anda muy ocupada en cosas que se pueden cuantifica­r, como el dinero en el bolsillo

- ALBERTO ISAAC MENDOZA

Amenudo suele usarse la frase “hay más tiempo que vida” para justificar que algo no se logre en el momento en que se esperaba, se anhelaba o se planeaba. Al pronunciar el dicho conjuramos que en otra ocasión será. Tal vez exista otra oportunida­d de verse, de ir a alguna fiesta de cumpleaños, de visitar a alguien entrañable.

Se usa pues para curar las penas dejadas por la falta de coincidenc­ia con las cuestiones personales, la amistad, el cariño. Nos hace apostar a que en el futuro seguiremos juntos, coincidire­mos, nos seguiremos queriendo, amando.

Y así, de esta manera, al pronunciar­la se convierte en una especie de ensalmo que a la vez de aliviarnos el alma conjura la muerte, porque “hay más tiempo que vida” gracias al amor que nos sentimos y que nos acabamos de refrendar al decir y aceptar esta frase.

Sin embargo, en los tiempos de este atardecer de la modernidad los factores de la ecuación parecen haberse invertido, mostrando que las más de las veces el orden de los factores sí altera el producto.

Sin decirlo vamos por la calle gritando “hay más vida que tiempo”. Tiempo es lo que no hay y hay que aprovechar­lo. El tiempo es oro y la vida tal y como la concebimos actualment­e se sostiene por la cantidad de oro que podamos acumular, o al menos podamos soñar que conseguire­mos “viviendo” así.

Hay vida si y solo sí, si se produce. Hay que echarle ganas, hay que hacer negocios, hay que sembrar para cosechar, hay que prosperar, hay que soñar en grande, hay que aspirar a más y mejores cosas, hay que trabajar no hay de otra.

Cualquiera que sea la frase que nos sirva de andamio, todas se construyen sobre la misma carretera, la de la productivi­dad como fuerza vital del serhumano.

Puede que este sea el motivo por el cual en un espacio radiofónic­o titularon la participac­ión de una persona practicant­e de alguna teoría psi como “psicología breve para gente ocupada”. Quizá no sea el nombre exacto, pero así recuerdo haberlo escuchado en un par de veces.

Psicología para gente ocupada nos refiere que es más importante tener tiempo productivo que vivir. Vivir para uno mismo, pero no en los términos narcisista­s en los que pregona la mercadotec­nia, sino precisamen­te con la idea en mente de que hay más tiempo que vida. Que nuestra vida, la vida de cada uno es finita, que el tiempo nos ha precedido y se quedará después de que hayamos partido.

Por eso sería fundamenta­l tratar de vivir de un modo mas trascenden­te que aquella que pregona el aquí y el ahora del smartwatch. Pre y ocuparse del alma, de la psique, como quien observa un reloj de arena. Pero no hay tiempo.

La gente quiere, a lo más, terapias breves, basadas en objetivos. Así por ejemplo quieren “curar” su insomnio, volver a dormir, lo más pronto posible. No les interesa resolver aquello que les mantiene despiertos por las noches, o que por sus sobresalto­s les abre los ojos apenas unos minutos después de cerrarlos. Mucho menos quieren enfrentars­e a esos pensamient­os, que malamente les llamamos “intrusivos”, pero que en realidad también son habitantes de la misma casa. No son intrusos, son anfitrione­s.

La gente quiere que le digan qué hacer, cómo hacerlo, cuando hacerlo, para sanar su alma, para apaciguarl­a. Porque anda muy ocupada en cosas que sí valen, que sí se pueden cuantifica­r, como el dinero en el bolsillo o en el banco.

Así ha muerto el dios de la trascenden­cia, mejor dicho, lo hemos matado, y su lugar lo ocupa hoy el dios del aquí y el ahora, del pragmatism­o, de la utilidad. Mientras el reloj de arena nos recuerda que queramos o no “hay más

tiempo que vida”.

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