Milenio Puebla

Bellas Artes. Dan último adiós al Jefe José Agustín

Con un minuto de aplausos y ante sus cenizas, su viuda, sus tres hijos, amigos, admiradore­s y autoridade­s se reunieron para rendir homenaje póstumo al escritor, quien falleció el 16 de enero

- VICENTE GUTIÉRREZ CIUDAD DE MÉXICO

El escritor José Agustín (1944–2024) le dijo a sus hijos que en su funeral tendría que sonar el clásico “House of the Rising Sun” de The Animals, y su deseo se cumplió en el homenaje póstumo que se realizó en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes con sus familiares, amigos y fans.

La barranca tocó un soundtrack rockero. En el centro se veía una gigantesca fotografía en blanco y negro de José Agustín y su esposa, Margarita; frente a la imagen estaba una urna con las cenizas del escritor, quien falleció el 16 de enero.

La solemnidad se rompió

cuando una mujer gritó “¡Viva José Agustín! y ¡Viva el rock and roll!”, mientras Agustín, uno de los tres hijos del escritor, alzó el puño en honor a su padre, quien siempre fue irreverent­e.

En cada una de las guardias sonó la música de La barranca y los sonidos envolviero­n el espacio como en un trance psicodélic­o que, segurament­e, José Agustín aplaudió desde el lugar en el que se encuentre.

Rompió con la norma

El homenaje fue organizado por la Secretaría de Cultura y su familia: Margarita Bermúdez Garza Ramos, viuda del escritor, y sus hijos Andrés, Jesús y Agustín Ramírez Bermúdez.

Margarita agradeció a los presentes su asistencia y dijo que José

Agustín fue su maestro. “Estilístic­amente nos dejó un legado impresiona­nte, disfrutabl­e, fresco y original. Ojalá lo sigamos acompañand­o con la lectura de sus maravillos­os textos de por vida. Lo amé mucho e intensamen­te y él a mí también”.

El editor Andrés Ramírez aseguró que muy pronto se dio cuenta de que su ecosistema era muy distinto al de sus amigos, no solo por la inmensa pasión que su padre le imprimía a todo lo que organizaba, “sino por tanta cosa loca que salía de su boca y que rompía con lo establecid­o. Aprendí a vivir a través de sus ojos y de mi querida madre, quien estuvo con él durante 60 años. Él vivió de un modo único y nos sedujo con su credo: romper con la norma, tirar

“Ojalá lo sigamos acompañand­o con la lectura de sus maravillos­os textos de por vida”, dijo Margarita Bermúdez

el sistema, subirle al volumen, buscar la poesía y ser audaz.

“Un accidente inexplicab­le nos lo fue arrebatand­o poco a poco desde 2009. Estuvimos con él hasta el final y le dimos un poquito de lo que él nos dio: amor. Buen viaje, querido padre, que estés cerca del fuego”, finalizó.

Agustín Ramírez expresó: “Qué lugar tan increíble para

despedir a mi padre, qué público tan chingón, a mi jefe le hubiera gustado que hubiera rock y aquí anda La Barranca”.

Jesus Ramírez recordó que vivieron bajo el signo creativo y que su padre imaginaba cosas: “Siempre contaba historias, fabulacion­es, metáforas y tenía muchos sueños; en un momento, en una metáfora de sí mismo, él pensaba que estaba ciego y que era como un murciélago que navegaba de manera intuitiva”.

Elena Poniatowsk­a tomó la palabra y dijo: “José Agustín estaría muy emocionado pero también diría ¿qué está pasando? ¡las autoridade­s se han vuelto locas! Porque él fue un contestata­rio, un hombre que se levantó contra la injusticia y para él sería una sorpresa enorme que aquí, en este bellísimo espacio, se le rindiera un homenaje como el que le estamos dando ahora”.

Para concluir el homenaje, se rindió un minuto de aplausos al escritor, quien en sus últimos meses de vida se dedicó a leer poesía, reveló su viuda. Al final, ella tomó

_ las cenizas arropada por sus hijos y el cariño de la gente, que fue a despedir al Jefe, al rockero, a uno de los hombres fundamenta­les en la literatura mexicana que nunca se rindió.

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ARACELI LÓPEZ En cada una de las guardias de honor sonó la música del grupo La barranca.

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