Milenio Puebla

¡Uy, qué mello!

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN jairo.calixto@milenio.com @jairocalix­to

Cuando salí de mi casa vi las calles tapizadas con el rostro güerosko de Santi Taboada, el candidato del PAN para gobernar Ciudad de México, y como todavía andaba medio adormilado (el difícil camino para tratar de llegar al Zócalo y reportear el acto de Claudia Sheinbaum que estaba pletórico, me dejó agotado, y es que luego de mil marchas es la primera vez que no pude llegar a la plancha por la convocator­ia alucinante) pensé que el Cártel Inmobiliar­io celebraba a su empleado del mes. Se ve que en el sector opositors, contra lo que dice su propaganda, al candidatos­olo lo conocen en la alcaldía Benito Juárez. Digo, ahí está la muy limitada asistencia a su primer acto de campaña en el Parque Bicentenar­io donde fueron unos entusiasta­s, además de los panistas haitianos representa­ntes del blanquiazu­lismo de Puerto Príncipe que se veían la mar de entusiasma­dos con Taboada Baby Doc, uy, no saben cuánto.

Y es que con su nula capacidad para generar pasiones, Taboada se ve muy elemental y políticame­nte muy limitado. Digo, le hubieran comprado, en vez de xochibots, unos cuantos kilos de carisma. Sobre todo porque Clara Brugada en el Auditorio Nacional sí mostró músculo y planes no basados en ocurrencia­s sino en ideas sólidas emanadas de su paso por la geografía favorita de la dotora Dresser, donde las utopías tienen su nido.

Espero que, ante tan frustrante experienci­a, su asesor, Javier Lozano, mejor conocido como el saco de pus, no se le ocurra poner a Taboada a hacer pactos de sangre como la señora Gálvez, sobre todo cuando tratan de defender ideas sociales y agendas LGBTTQ+ contra las que ha votado consistent­emente Acción Nacional. Lo suyo es el clasismo, el racismo, el menospreci­o, no se hagan.

Por supuesto, Santiago es capaz de prometer una megacárcel bukeliana como la dama del huipil, más balazos y ningún abrazo, además de sacar al Ejército de tareas de construcci­ón para que se ponga a hacer lo que hacía durante la krauziana: entrarle a la re re represión.

Lo malo es que Taboada taboadín de la taboadera, ya asentó su narrativa, como la de Xóchitl, en el miedo, ¡uy, qué mello! Una cosa muy rancia y agotada que nomás no pega, y que se desprestig­ió todavía más por el apoyo de

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Chayito Robles.

O sea, ni Alitititit­o Moreno, Markititit­o Cortés ni Zambraniti­tito acompañaro­n a Xóchitl en su arranque ultraderec­hairode campaña, no se sabe si porque ellos no se querían desacredit­ar todavía más, o si ella quiso evitar otro quemón bien gacho.

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