¡Uy, qué mello!
Cuando salí de mi casa vi las calles tapizadas con el rostro güerosko de Santi Taboada, el candidato del PAN para gobernar Ciudad de México, y como todavía andaba medio adormilado (el difícil camino para tratar de llegar al Zócalo y reportear el acto de Claudia Sheinbaum que estaba pletórico, me dejó agotado, y es que luego de mil marchas es la primera vez que no pude llegar a la plancha por la convocatoria alucinante) pensé que el Cártel Inmobiliario celebraba a su empleado del mes. Se ve que en el sector opositors, contra lo que dice su propaganda, al candidatosolo lo conocen en la alcaldía Benito Juárez. Digo, ahí está la muy limitada asistencia a su primer acto de campaña en el Parque Bicentenario donde fueron unos entusiastas, además de los panistas haitianos representantes del blanquiazulismo de Puerto Príncipe que se veían la mar de entusiasmados con Taboada Baby Doc, uy, no saben cuánto.
Y es que con su nula capacidad para generar pasiones, Taboada se ve muy elemental y políticamente muy limitado. Digo, le hubieran comprado, en vez de xochibots, unos cuantos kilos de carisma. Sobre todo porque Clara Brugada en el Auditorio Nacional sí mostró músculo y planes no basados en ocurrencias sino en ideas sólidas emanadas de su paso por la geografía favorita de la dotora Dresser, donde las utopías tienen su nido.
Espero que, ante tan frustrante experiencia, su asesor, Javier Lozano, mejor conocido como el saco de pus, no se le ocurra poner a Taboada a hacer pactos de sangre como la señora Gálvez, sobre todo cuando tratan de defender ideas sociales y agendas LGBTTQ+ contra las que ha votado consistentemente Acción Nacional. Lo suyo es el clasismo, el racismo, el menosprecio, no se hagan.
Por supuesto, Santiago es capaz de prometer una megacárcel bukeliana como la dama del huipil, más balazos y ningún abrazo, además de sacar al Ejército de tareas de construcción para que se ponga a hacer lo que hacía durante la krauziana: entrarle a la re re represión.
Lo malo es que Taboada taboadín de la taboadera, ya asentó su narrativa, como la de Xóchitl, en el miedo, ¡uy, qué mello! Una cosa muy rancia y agotada que nomás no pega, y que se desprestigió todavía más por el apoyo de
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Chayito Robles.
O sea, ni Alitititito Moreno, Markititito Cortés ni Zambranititito acompañaron a Xóchitl en su arranque ultraderechairode campaña, no se sabe si porque ellos no se querían desacreditar todavía más, o si ella quiso evitar otro quemón bien gacho.