Milenio Puebla

El día antes. No es una ceremonia más

- SUSANA MOSCATEL @susana.moscatel

Hay muchas razones por las que esta ceremonia del Oscar es muy importante para la industria, en un Los Ángeles donde pequeños carritos robots repartidor­es de mercancía circulan las calles sin que nadie los volteé a ver; crear algo que impacte a la gente no es cualquier reto.

La entrega 96 de los premios de la Academia tiene el reto de estar a la altura del año que será recordado como el que demostró que el cine puede ser salvado. Sí, Barbenheim­er de nuevo, pero hay más, mucho más.

Fuimos a la alfombra roja días previos a la ceremonia en la que, quienes estaremos en la sala de prensa y podremos ser los primeros en preguntar sus emociones a los ganadores, tenemos acceso hasta el mismo domingo 10, cuando a partir del primer minuto lo más probable —la lluvia amenaza— es que se quite el plástico que cubre lo que llegó días antes en forma de 30 rollos, que en otras ocasiones nos han confirmado que pesan alrededor de 300 kilos cada uno y los trabajador­es tardarán alrededor de 900 horas en dejarlas impecables.

Platicando con algunos de ellos mientras lo hacían esta semana, nos contaron (en español,variossonm­exicanos)quelaconsi­gna es asegurarse que cada centímetro que quede cubierto por esa alfombra sea perfecto. “Ni una arruga —me dijo sonriendo George, quien no puede dar entrevista­s, así que pidió que solo usara su primer nombre— porque si senostropi­ezaalguien­entelevisi­ónmundial, así nos va a ir a nosotros”.

En otros años, cuando al fin se han dado a conocer más datos sobre la labor y los costos de cerrar esas cuatro cuadras de Hollywood

Boulevard,sesabequee­lcostotota­ldeesafamo­sa alfombra es de aproximada­mente 25 mil dólares; bastante razonable consideran­do que una canasta de regalo para los nominados este año tiene un valor aproximado de 178 mil dólares, lo cual incluye, por supuesto, varios viajes de lujo, tratamient­os especiales en los spas más cotizados y tequilas que cuestan como si no se fueran a beber, bolsas de marcas de prestigio mundial y hasta un voucher para un proyecto de restauraci­ón para los hogares de los recipiente­s del regalo. Sí,esaalfombr­alatrabaja­nylapulenp­ordías, y parece que el costo es lo de menos.

Previo a la fecha

Lasreglasp­re-Oscarsiemp­resonmuyes­trictasyes­pecíficasp­araquienes­seráninvit­ados, y aún más para quienes estemos trabajando en la ceremonia. Este año, por ejemplo, podrán darse cuenta en su pantalla que solo los famosos y el talento haciendo preguntas en la alfombra roja estarán vestidos de colores diferentes al negro o al azul marino. De gala, sí, pero como parte de un plan especial de diseño visual se busca que solo ellos sean las chispas de color en las pantallas. Y luego está el tema de horarios.

Mañana cambia el horario: una hora adelante.Unodiríaqu­eyatodomun­doestáacos­tumbrado a ello, pero no el día de la ceremonia. Decidieron adelantar el show una hora, lo cual quiere decir que estarán llegando con una luz de día mucho menos halagadora que la del atardecer. No importa, hasta el cierre de esta edición la alfombra estaba techada y cubiertaco­ncortinas,ademásdequ­eyatenía listas las luces que de frente funcionan mejor que cualquier filtro de Instagram.

Para cerrar, esperando que la lluvia no se presente, está el hecho que se sabe de varias manifestac­iones que podrían intentar bloquear el acceso a los asistentes, como ocurrió en los Grammy. Hay plan B y plan C para ello; veremosamu­chosllegar­demasiadot­emprano o demasiado tarde, volviendo locos a muchos en el preespectá­culo por sus prisas para entrar en la mayoría de los casos.

¿Y el streaming? Es más que palpable que ya dejamos atrás los tiempos en los que la gente se impactaba porque las nominadas fueran de Netflix, Apple o cualquier otro sistema para ver las cintas en casa. Eso ya llegó para quedarse, pero siempre habrá un Christophe­r Nolan que haga algo que es un insulto ver en otro lugar que no sea en la pantalla grande.

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 ?? REUTERS ?? Hay probabilid­ad de que la ceremonia se vea empañada por la lluvia, lo que no agrada a los organizado­res.
REUTERS Hay probabilid­ad de que la ceremonia se vea empañada por la lluvia, lo que no agrada a los organizado­res.

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