Milenio Puebla

Vida interna

- VÍCTOR REYNOSO Profesor de la UDLAP

El primer partido que en México ejerció el poder, el Partido Nacional Revolucion­ario (1929) se fundó con un objetivo muy preciso: poner orden a las disputas en la clase política mexicana. Las competenci­as y rivalidade­s dentro de un partido suelen ser más sórdidas que las que se dan con los rivales de otras organizaci­ones políticas.

Una preocupaci­ón muy actual. Primordial­mente en Morena. Este partido se fundó con un claro principio de legitimida­d: el carisma de López

Obrador. Las decisiones importante­s del partido han estado en torno a este líder. ¿Qué pasa si llega a salir de la escena política?

Podría ser sustituido por otro liderazgo carismátic­o. Fue el caso del PRD: AMLO sustituyó a Cuauhtémoc Cárdenas. Pero no se ve probable en el escenario actual. Por más cualidades que tengan los distintos dirigentes morenistas, ninguna parece tener el perfil para sustituir el carisma del fundador.

Otros partidos han resuelto el problema con un liderazgo sexenal, como el PRI, cuando detentó el poder. O con el de los gobernador­es, cuando quedó fuera de la presidenci­a. El PAN se centró en la institucio­nalidadesc­rita.Otrostiene­nalgo que se parece más a “dueños” que a líderes, y así vienen funcionand­o, siempre comopartid­ospequeños,hábilespar­alas alianzasop­araarropar­liderazgos­locales.

Pero no se ve ninguna de estas posibilida­des en Morena. Ni un liderazgo sustituto, ni un “liderazgo institucio­nal”,

¿Qué pasa si López Obrador llega a salir de la escena política?

ni reglas escritas que dejen satisfecho­s a los contendien­tes, ni “dueños” que tengan el control del partido.

En la primera parte de este sexenio, cuando los conflictos arrecieron en Morena, López Obrador amenazó con dejar ese partido. De inmediato los ánimos se calmaron. Pero no se ve fácil que el actual presidente continúe como líder del partido.

Ya ha dicho que no lo hará. Pero, aunque quisiera hacerlo, el desgaste personal y político lo limitarían notablemen­te. La edad parece ya pesarle. Y el balance de su sexenio está muy lejos de lo que prometió. Tiene todavía una aprobación superior al 50% (no muy distinta a la de Zedillo, Fox o Calderón). Pero hay desaprobac­ión de muchas de sus políticas,

_ como en seguridad, economía y salud.

Una solución es que la marca Morena se volviera valiosa en sí misma. No se ve fácil ¿Qué queda de Morena sin López Obrador? ¿Es realmente la 4T un proyecto? Cuestión para observar.

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