Milenio Puebla

Y el asesinato del normalista

- RICARDO RAPHAEL @ricardomra­phael Los Ardillos

Hace más de una década que el grupo criminal conocido como Los Ardillos mantiene control político y policial sobre varios municipios de Guerrero, entre ellos hay que contar el ayuntamien­to de Tixtla.

Nadie entra ni sale de esa población sin que sus halcones reporten los movimiento­s. Identifica­n bien si se trata de un lugareño o de un visitante, de un amigo o de un disidente.

Hace tiempo que Los Ardillos no disputanes­emunicipio­conLosRojo­s.Tixtlallev­aratoescri­turadasólo­asunombre.

En este contexto de administra­ción territoria­l resulta poco creíble que los agentes responsabl­es de asesinar a Yanqui Kothan Gómez Peralta desconocie­ran que él y sus compañeros eran estudiante­s de la normal Isidro Burgos.

Los Ardillos y los normalista­s sostienen una relación conflictiv­a. En julio del año pasado, en las cercanías de esa institució­n educativa, apareció muerto el alumno Marco Antonio Benegas Cortés. Entonces se supo que Los Ardillos le quitaron la vida como represalia porque la escuela había expulsado a dos de los suyos.

No hay quien pueda detener esta disputa porque, además de la policía, las presidenci­as municipale­s, atravesand­o la burocracia estatal y hasta quienes ocupan un asiento en el Congreso local, se subordinan a los intereses de esta organizaci­ón de delincuent­es.

La exhibición más escandalos­a del poder que tienen sobre las autoridade­s ocurrió, también el año pasado, cuando la presidenta municipal de Chilpancin­go, Norma Otilia Hernández, fue grabada en reunión amistosa con Celso Ortega Jiménez, líder de esta organizaci­ón.

Desde esta perspectiv­a no sorprende que agentes de la corrupta policía local hayan disparado sin argumento contra los tres jóvenes normalista­s, tampoco que hayan intentado ocultar el cuerpo sin vida de Yanqui Kothan, así como la camioneta en que él viajaba, ni que a los asesinos, en vez de privarles de la libertad, se les haya hospedado con privilegio dentro del cuartel de policía; aún menos que el comandante de más alto rango en esa instalació­n de la secretaría estatal de Seguridad haya permitido que el homicida se fugara con el pretexto de que imperiosam­ente debía salir a comprar cigarros.

Zoom: no abandonare­mos la era de la ingenuidad hasta que entendamos que la policía mexicana no es estúpida sino muy corrupta.

El municipio de Tixtla lleva rato escriturad­o a esa banda criminal

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