Una consulta popular
AEl Guadalajara ya no puede competir y su feligresía se debate entre tradición y frustración
maury Vergara ha invertido una fortuna en el Guadalajara, porque tiene una responsabilidad moral que heredó de su padre: llevar las riendas de la máxima tradición del futbol mexicano. Jorge Vergara cuando compró al Guadalajara en 2002, nunca escatimó nada y construyó uno de los mejores estadios del continente. Murió muy joven, su hijo tuvo que entrar al quite y aunque ya ganó un título de liga, otro de la Concacaf y uno más de copa, la grandeza de las Chivas reclama mucho más para sus vitrinas.
En una muestra de congruencia y respeto, Vergara ha cerrado la puerta a los extranjeros en su club. Estoy de acuerdo con él, si el Guadalajara rompe su tradición, se acabó todo. Le podrían llamar club Unión o el Zapopan, pero ya no serían las Chivas Rayadas del Guadalajara.
Salir por peteneras de los temas peliagudos y no entrar al trapo, se ha convertido en un arte demagogo durante los últimos años. “Ni con Dios, ni con el diablo”… ¡para qué comprometernos e incurrir en lo “políticamente incorrecto”!, si podemos hacer una consulta popular.
Con el Club Deportivo Guadalajara valdría la pena plantear algo así, porque la debacle del conjunto más mexicano de todos, abre por enésima ocasión el debate sobre la mexicanidad del chiverío y el apego a la esencia de un equipo que no permite jugadores extranjeros en sus filas. Al parecer la mayoría de sus partidarios votarían por la continuidad de la tradición, los más fundamentalistas se han resistido históricamente a siquiera considerar la posibilidad de un reglamento más laxo respecto a la política mexicanista del equipo más popular de nuestro balompié. Empero, ya no son pocas las voces de chivahermanos que, ante la frustración constante, se plantean si valdría la pena cruzar esa frontera y aprovechar el poderío económico del club para hacer lo mismo que los demás.
La tradición nacionalista del Guadalajara es un paradigma sagrado, los doce campeonatos del equipo, que durante muchas décadas fue el máximo ganador de ligas, se lograron sin la necesidad de ir por jugadores del extranjero.
Esa dinámica que erigió al Guadalajara como el equipo más importante y lo llevó a alzar la señera del referente de nuestro balompié, hoy es prácticamente imposible. No solo por el hándicap de competir ante chequeras igual o hasta más robustas que tienen abierto el mercado extranjero, sino por la competencia que existe de otras organizaciones que captan tanto, o más, talento mexicano, y que aparentemente han sabido pulir mucho mejor las joyas con las que cuentan.
El principal ejemplo es el Pachuca, ahora los Tuzos son una oferta que muchas veces seduce con mayor facilidad a los jóvenes y a los padres de esos jóvenes, que ven en sus hijos al alter ego de
_ sus pretensiones de trascendencia, sobre todo, económicas.
Mientras tanto, si el Guadalajara ya no puede competir y su feligresía se debate entre tradición y frustración, o herejía y satisfacción: ¡que hagan una consulta popular!