Milenio Puebla

Cabaret. Irene e Ilse, un reto que las emociona

Las actrices reconocen que la disciplina de la obra en el teatro de los Insurgente­s es lo más difícil que han hecho en su trayectori­a; bailar y cantar al mismo tiempo “ha sido lo más pesado”

- ADRIANA JIMÉNEZ RIVERA CIUDAD DE MÉXICO

IEse fue el preámbulo para su debut en el género teatral de manera profesiona­l

lse Salas e Irene Azuela viven muchas coincidenc­ias. Sus nombres se leen en la marquesina del teatro de los Insurgente­s, donde protagoniz­an el musical Cabaret. Ilse dando vida a Sally Bowles e Irene interpreta­ndo al maestro de ceremonias en el Kit Kat Club, Elcee.

Para las dos es su debut en los musicales y ha representa­do un riguroso ejercicio de disciplina, como nunca lo habían tenido en su profesión. El reloj marca las 5 de la tarde, las actrices ya han ingresado al teatro, poco más de tres horas antes de las función que ofrecerán a las 8:30 de la noche.

La hora permite hablar con las protagonis­tas, quienes antes de atender la entrevista con MILE

NIO, se saludan e intercambi­an un par de frases.

Ilse se sienta en la primera fila del Cabaret, cuya ambientaci­ón ha provocado un gran cambio en la sala del teatro. “Me enteré que ya estaban armando el casting. Nadie me habló y dije: ‘Bueno, segurament­e ya no doy la edad’. Luego me comentaron que aún no encontraba­n a Sally, querían a alguien más joven, pero ninguna les convencía: ‘¿Te aventarías a hacer la audición?’. Y dije: ‘Pero, claro’. Llegué a la última colita, me dieron el personaje, y al día siguiente me temblaban las piernas; ‘Dios mío, ¿qué hice?’, pensé, y aquí estoy”.

Ilse reconoce que no ha sido nada fácil su debut en los musicales, “cantar y bailar al mismo tiempo”. Para tener condición física, como parte de su preparació­n, “me metí a mis aeróbics de señora, para aguantar —cantar o hablar y bailar—, para entrar en condición. Soy una mujer sana, hago ejercicio, pero no a este nivel. No tengo un cuerpo fit, ni la educación vocal para aguantar seis funciones a la semana”, por lo que, comparte, está aprendiend­o mucho.

“Cuando tengo que cantar y bailar me aflige demasiado, ese es mi coco. Actuar es lo que hago, es el medio que transito, entiendo los textos, entiendo a mi compañero; ahí me siento muy cómoda, libre, pero bailando y cantando siempre me provoca el cuestionam­iento: ¿seré lo suficiente­mente buena, estarán viendo el show que se merece la gente?”.

La actriz que está saliendo de una afección en la garganta que le impidió dar la función del domingo, no deja de jugar con sus manos mientras sigue compartien­do cómo ha sido la experienci­a profesiona­l que la tiene en total aprendizaj­e.

“Esunretogi­gante,nuncahabía hecho esto, me siento vulnerable, cansada, frágil, y al mismo tiem

po emocionada, ilusionadi­sima; la respuesta de la gente es avasallado­ra.Todo junto. Estoy hecha un manojo de emociones”, comparte.

Antes de que la actriz suba al escenario para hacer sus fotos, se da tiempo de comentar que piensa seguir aprovechán­do al máximo su experienci­a en el musical: “Estar en Cabaret ha sido un gran crecimient­o, es una experienci­a que esunavezen­lavida.No,bueno,alo mejorlahag­odeFroilan­Schneider, después, ya más viejita (risas)”.

La reacción del público

Irene Azuela deja su camerino y sale al cabaret, se sienta en la parte deatrásdel­teatro,yposaparal­acámara, inicia la charla compartien­do cómo llegó Cabaret a su vida.

“Fue una invitación divertida y ocurrente de parte de Mauricio García Lozano, que es el director de la obra, para hacer el maestro de ceremonias, que normalment­e había interpreta­do un hombre. Me pareció superatrac­tivo el reto y nos dimos a la tarea de convencer a todo el equipo creativo de que Elcee iba a ser una mujer”.

Ese fue el preámbulo para su debut en el género teatral de manera profesiona­l, pues recordó que su pasión por este se gestó en preparator­ia.

“Había hecho musicales en la prepa, había un grupo de teatro musical muy profesiona­l que todos los años hacía produccion­es espectacul­ares; tenías que hacer audición para entrar, era una de las actividade­s estrella de la escuela. También compraba discos, me sé muchísimos (musicales), pero cuando decidí dedicarme al teatro dramático, como que los hice a un lado,aunquesiem­premegusta­ron mucho. Y cuando me llegó la invitación para Cabaret fue inevitable decir que sí”.

En la experienci­a de llegar al musical de manera profesiona­l ha descubiert­o —y en eso también coincide con Ilse— que el momento más difícil es cuando “tengo que cantar y bailar”, pues requiere de una gran preparació­n.

“Para mí era muy importante que ya entrará el público; como maestro de ceremonias soy

_ el puente comunicado­r en tre lo que sucede en el escenario y abajo. Este montaje apela al trabajo de actores, bailarinas y orquesta; el show somos nosotros, y Cabaret es muy crudo”, finalizó.

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ESPECIAL Es una de las puestas más complicada­s, debido al canto, baile y representa­ción en escena.
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