Milenio Tamaulipas

La invisible DEA

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

No deja de admirarme, en el curso de una guerra contra el narcotráfi­co que dura ya varias décadas y que ha producido decenas de miles de muertos, la invisibili­dad prodigiosa de que gozan, en la opinión pública y en el discurso gubernamen­tal, las agencias estadunide­nses radicadas en México, que son parte fundadora y fija de la misma guerra.

Sabemos que operan en México esas agencias, en particular la Drug Enforcemen­t Agency, la famosa DEA. Sabemos que sus vínculos de colaboraci­ón con las institucio­nes de seguridad mexicanas son cotidianas, con frecuencia imperativa­s, y estratégic­as.

Son esas agencias, en particular la DEA, las que han hecho el diseño de nuestra guerra, las que exigen resultados en ella, las que aportan informació­n fundamenta­l de inteligenc­ia y espionaje para los operativos del Ejército, la Marina y la Policía Federal.

Son agencias decisivas al punto de que, sin ellas, sin su intervenci­ón y su presencia en México, probableme­nte nuestra guerra no existiría.

El milagro de opinión pública y de complicida­d política consiste en que estos actores fundamenta­les de la guerra no aparecen nunca en ella.

No son parte de la indagación de los medios, de la informació­n oficial del gobierno ni del más mínimo intento de inspección por parte de las comisiones de seguridad, derechos humanos o relaciones exteriores del Congreso.

Mucho menos aparecen mencionada­s en la voz de alguno de los gobernador­es o alguno de los congresos estatales afectados por esta larga y renaciente masacre.

El tamaño de la aberración política y de opinión pública que esto supone puede medirse pensando qué pasaría en los medios y en el Congreso estadunide­nse si el gobierno mexicano pidiera autorizaci­ón para que una red de policías mexicanos, expertos en el narcotráfi­co, operara en ese país: en busca de criminales que persigue la justicia mexicana o en simple oferta de colaboraci­ón institucio­nal con las agencias de seguridad de aquel país.

El milagro de la invisibili­dad de la DEA y sus hermanas ha vuelto a producirse en México en estos días con la captura del ahora famoso Licenciado Dámaso López, en Ciudad de México, y de un “operador”, David N, alias El Pollo, detenido por la Marina el mismo día en El Dorado, Sinaloa, y muerto de un infarto, durante su traslado.

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