Milenio Tamaulipas

Spider-Man y Billy Elliot

- Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

Este negocio a veces te sorprende con experienci­as que sabes que nunca olvidarás, pero muchas veces los mejores momentos, que parecen que solo podrían ocurrir solo en la fantasía, comienzan a desarrolla­rse frente a tus ojos y simplement­e no lo puedes creer.

En este caso la historia comienza hace poco más de un año cuando, por la película El corazon del mar, tuvimos la oportunida­d de platicar con Tom Holland. La mayoría de la gente se retorcía de la emoción, porque ya estaba casi confirmado que sería el siguiente Spider-Man. Yo también, por supuesto. Pero después de haberlo visto sobre los escenarios londinense­s unos cinco o seis años atrás sacudiendo mi existir por completo, el chavo se me había quedado grabado en la memoria emocional para siempre. Justo empezábamo­s (con René Franco) a traducir Billy Elliot para México y él fue mas que generoso con su emoción y sus tips. Podría haber sido simple cortesía, pero su pasión por el personaje se notaba que seguía a flor de piel.

Eso quedó más que demostrado, más allá de la menor duda, en el momento en el que llegó a México y vio que la obra ya estaba montada. Tom Holland y su gente no preguntó cosas como: “¿Cuál es el mejor antro?” o “¿A dónde nos llevarán a cenar como los dioses?”. Preguntaro­n si podían, de manera completame­nte fuera del radar, ir a ver la puesta en escena. Por supuesto que Alejandro Gou y su equipo enseguida dijeron encantados que sí. ¿Que qué podían hacer para que saliera bien?”. Se armó con toda la discreción del mundo y ahí solo estuvo quien tenía que estar. Fue fenomenal.

Tom se encontró en las oficinas con David Álvarez, que para los fanáticos de Billy Elliot sabrán que es un momento histórico. Tom era Billy en Londres, luego David, con tres chicos más, fue el primero en Nueva York y por ello se llevó el Tony a casa. Ahora es parte de la producción mexicana, apoyando a nuestros Billys e interpreta­ndo (aunque esta función en particular no le tocó) a Billy de adulto.

¿Qué decirles? Me duele el cuello de tanto obligarme a no voltear a ver las reacciones de Tom Holland ante nuestra puesta nacional. Lo maravillos­o que él fue con los niños y el elenco, además de la producción. Y lo alucinante que fue verlo, ya cuando todo había terminado, recorrer el escenario y contarnos cuáles eran las diferencia­s. Desde el peso de una silla que tiene que girar y girar, hasta lo que hacían para que Billy pudiera volar. (Le ofrecieron que si quería, pero supongo que con Spider-Man fue suficiente).

Al final lo que sí hizo, para sentir el escenario, para mostrarle a sus amigos que hacían preguntas de esos tiempos, por la misma emoción, quiero suponer, fue ponerse a dar esas piruetas que enloquecen hasta los gritos cuando termina el número de Solidarida­d en el primer acto en la obra.

Se me salieron las lágrimas, lo siento. Por parte de varios. Y más claro ni el agua. Más allá de que Tom Holland es perfecto para ser el nuevo Peter Parker/Spider-Man de nuestro universo Marvel, el bailarín que es desde muy pequeño segurament­e permitirá que veamos cosas y logros físicos que ningún efecto especial podrá emular. Al menos no en el factor emocional.

Y ahí la maravillos­a historia de cómo Tom Holland, quien está al borde de ser una estrella mundial, ya lo es en las tablas y en sus actos como ser humano. De ahí se fue a la Conque con Stan Lee a volver locos de la alegría a miles de fans del arácnido.

Pero mientras tanto, debo confesar que para los que somos otro tipo de felices geeks, este pudo bien ser uno de los momentos teatrales (secretos) más emocionant­es de nuestros tiempos en México. Gracias, Spidey, Billy y todos aquellos que no dejan el mundo de la fantasía y el arte cuando más lo necesitamo­s.

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ALEJANDRO GOU
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