Hagamos nuestra parte
Reynosa paralizada por la violencia, cubierta de plomo y pintada de rojo; en Puebla,un niño de dos años asesinado, su hermana y su madre fueron violadas, y su papá brutalmente golpeado; también en Puebla, cuatro militares perdieron la vida a manos de bandas dedicadas al robo de combustible.
México está de luto y lamentablemente lleva así mucho tiempo. Por eso estimado lector, quiero dedicar estas líneas a pedirte que hagamos nuestra parte. Es cierto, es obligación del gobierno brindarle a la población paz y seguridad, pero el problema ha escalado a dimensiones en las que solamente juntos, lograremos sacar adelante al país.
Debemos entender que, como diría John F. Kennedy, la guerra incondicional no conduce ya a la victoria incondicional, el problema que tenemos de inseguridad es producto también de la crisis de valores, del sueño de conseguir placeres al costo que sea, de la falta de oportunidades para salir adelante, de problemas de salud pública, de escoger el camino más corto y peligroso.
Por ello, también como lo señalara el propio Kennedy, es momento de preguntarnos qué podemos hacer por nuestro país y no de preguntarnos qué puede hacer nuestro país por nosotros.
En concreto, a cada uno de nosotros nos toca guiar a los jóvenes de nuestro alrededor por el camino correcto; enseñar a nuestros niños que las cosas se ganan trabajando y que el trabajo dignifica si es honesto; cuidar la salud de los cercanos, que no caigan en adicciones; no comprar productos robados o en lugares que operan fuera del margen de la ley; promover la educación y la disciplina como el medio para alcanzar nuestras metas, que los jóvenes no abandonen la escuela.
En esta guerra de más de una década, han muerto muchos mexicanos, y en muchos de los casos, sino es que en todos, se pudo haber evitado.
Exijamos resultados a nuestros gobiernos, pero empecemos a hacer nuestra parte. No queremos más muertes, no queremos vivir con miedo. Hoy, como desde hace mucho tiempo, queremos vivir en una sociedad en paz.