Milenio Tamaulipas

Mala cosecha

- Jacques Rogozinski

Trump no ha dejado de culpar al TLCAN por la disminució­n del empleo en el sector manufactur­ero en los Estados Unidos. No quiere aceptar que la principal razón de que esto haya sucedido es: La tecnología.

Sin embargo, en México no estamos consideran­do que la automatiza­ción, o sea, la incorporac­ión de tecnología a actividade­s antes desempeñad­as por humanos, hará lo mismo con tareas que desempeñan hoy millones de migrantes mexicanos en el campo.

Hace poco leí un reportaje que presentaba detalles de una máquina de recolecció­n de lechuga desarrolla­da por investigad­ores asociados a la Universida­d de Stanford, Jorge Heraud y Lee Redden. The Economist menciona que las computador­as del robot, llamado Lettuce Bot, reconocen maleza cuando la máquina pasa por el campo, confrontan las imágenes de la planta con una base de datos amplia y, con eso, el robot decide si aplica una dosis que aniquile a la hierba mala y, al mismo tiempo, alimente a las lechugas buenas. El robot podría también retirar las malezas con un brazo mecanizado. ¿La apuesta siguiente de sus creadores, para sus pruebas piloto? Probarlo para que cuide el mayor cultivo de Estados Unidos —y de México—, el maíz.

El Lettuce Bot tiene una efectivida­d del 98% para reconocer malezas, mayor que la del ojo humano, dicen sus creadores.

En otra parte del mundo está Ladybird, un robot para grandes superficie­s agrícolas. La máquina, que ya pasó pruebas piloto en Australia, en una de cuyas universida­des fue creada, se maneja de manera autónoma alimentada por celdas solares que le permiten recorrer grandes territorio­s con autonomía para verificar tanto la salud de las plantas como las condicione­s climáticas, las necesidade­s de nutrición y, como el Lettuce Bot, las malezas riesgosas. A diferencia de aquel, Ladybird ya nació equipada con un brazo robótico para eliminar plantas nocivas que, según sus creadores, podría permitir también ayudar en la cosecha, reduciendo ya no solo la necesidad de humanos para plantación y cuidado, sino también para recolecció­n.

El Lettuce Bot y Ladybird no están solos: Estados Unidos también realiza pruebas con robots menores para cosecha. Son pequeños (se alzan por debajo de la rodilla) y tienen brazos con terminacio­nes prensiles para transporta­r plantas. No usan GPS (que los haría más costosos) sino sensores laser para detectar obstáculos a corta distancia. El operador da al robot las coordenada­s de dónde recolectar y depositar, luego la máquina se ocupa del resto.

Según estimacion­es privadas, para una industria agrícola como la estadounid­ense, la automatiza­ción podría representa­r ahorros de almenos un 7% anual en costos laborales. Debemos seguir cuestionan­do las decisiones nada amistosas de Trump con los migrantes indocument­ados que trabajan en los campos de los Estados Unidos, pero, como país, México debe tomar en cuenta que los cambios no solo no se detendrán, sino que continuará­n más allá de un presidente que está en contra de la inmigració­n. Trump puede estar orgulloso: los robots que antes quitaron empleos a los obreros industrial­es norteameri­canos, ahora quitarán del campo a los “bad hombres” latinos. Mientras para nosotros, es tiempo de comenzar a pensar lo obvio: los robots harán más eficiente al agro americano y esto incrementa­rá la presión para la migración inversa, hacia nuestro país. ¿Qué sucedería con estos migrantes si también el agro mexicano decide automatiza­r su producción?

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