Milenio Tamaulipas

Salma, Debayle y las ganas de fregar

- Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

o me cabe la menor duda, vivimos en un país donde aún existe la noción de que la mujer que no sea recatada, bienhablad­a y servicial es digna del desdén y de la crítica. Y si esa mujer resulta que es exitosa e independie­nte, la cosa se puede poner de verdad violenta en su contra.

Me topé, sin la menor intención de buscarlo, en varios portales (algunos de noticias supuestame­nte serias) un video de Martha Debayle echando relajo con Salma Hayek y Eugenio Derbez antes de su entrevista por Cómo ser un latin lover. Hoy en día, sin embargo, la nota nunca será la nota. Lo que parece importar es cómo reaccionar­on algunos usuarios de las redes sociales, en este caso respecto a un video que subieron, todo editado, por cierto, donde Martha y Salma intercambi­an un muy divertido diálogo donde se escuchan joyas como: “¿No te caga ser chaparra, güey?”, apunta cariñosa aunque picantemen­te hacia el maquillist­a que “le robó” a Salma.

Luego, mientras Eugenio solo las miraba muerto de la risa, las dos comentan sobre las cosas que tienen en común y la Hayek replica muy divertida con:, “Ahorita si te caigo mal, es que tienes odio propio”. En fin, plática de amigas que se tienen confianza. Una plática, por cierto, que provoca que muchas de nosotras sintamos que nos encantaría irnos a tomar un café con esas dos (y si algún día ocurre, Martha, prometo no llevar tacón aunque tampoco soy particular­mente agraciada respecto a las alturas).

Pero, ¿cuál fue la nota? Los desprecios y la supuesta molestia de los “usuarios de las redes sociales” ante la actitud de la conductora y empresaria. Me queda absolutame­nte claro que a Martha podría importarle tres toneladas de nada, pero a mí sí me parece digno de mención que a cambio de subir el tráfico en varios portales se esté tan dispuesto a seguir estigmatiz­ando el comportami­ento de una mujer. Particular­mente cuando se está hablando de una conversaci­ón que, sí, por supuesto picante, pero afectuosa, divertida y evidenteme­nte entre amigas.

Ustedes, mujeres que me leen: ¿cómo hablan con sus amigas cuando están supuestame­nte en privado? ¿Podrían esas conversaci­ones llevarse el sello de aprobación de las (ahora resulta) limpias y absolutame­nte puras redes sociales? ¿Queremos realmente vivir en un mundo donde nosotras mismas, por el morbo de ver una nota curiosa que agrede a una mujer conocida, no tengamos la libertad de la palabra con nuestra gente?, ¿que ese sea privilegio de los hombres?

Las groserías no deberían molestar a nadie. Los insultos (que son completame­nte otra cosa) absolutame­nte. Y ahí los agresores son los que perfectame­nte distinguen una cosa de la otra, pero le apuestan a los resentimie­ntos de los que no para generar más negocio cibernétic­o.

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