Corea del Sur, por una nueva historia
El pasado miércoles 10 de mayo, tomó posesión Moon Jae-in como nuevo presidente de Corea del Sur. Este acto se realizó tan pronto la Comisión Nacional Electoral confirmó su victoria como candidato del Partido Democrático con 41.08% de los votos, que representan 13.4 millones del total de los 32.8 millones de sufragios emitidos en la jornada electoral.
Su inmediato inicio de gestión obedece al vacío que hubo por la destitución de expresidenta Park Geun-hye, acusada de cargos de corrupción en el escándalo que en medios se denominó “Rasputina”, apelativo por el que se conoce a Choi Soon-sil, amiga de la ex mandataria.
La acusación que le costó el cargo y la mantiene en prisión preventiva, es haber creado una red, con su amiga, de supuestos sobornos millonarios a grandes empresas. Fue tal la dimensión de la molestia social por el escándalo de corrupción, que se tuvieron que adelantar a mayo las elecciones, cuando se habían previsto inicialmente en diciembre, contando con la mayor participación en dos décadas: el 77.2%.
El reto al que se enfrenta Moon no es sólo al interior de Corea. Si bien, como lo señaló en sus primeros discursos, sus principales objetivos son la unidad y la cohesión de su Nación, también debe de trabajar en el contexto internacional, debido a que esa región del planeta atraviesa por una crisis muy fuerte.
El enfrentamiento que ha habido en las semanas recientes entre Washington y Corea del Norte, obligan al nuevo presidente, de tendencia liberal, a establecer una posición que permita abrir una nueva etapa con su país vecino, sobre todo porque durante los anteriores gobiernos conservadores la relación estuvo marcada por la confrontación. Restablecer el diálogo entre ambas Coreas es indispensable, para que los temores de una guerra con armas nucleares se disipen.
El mundo no puede estar bajo una amenaza permanente por la ausencia de algo tan importante y básico como lo es el diálogo. Y así como el nuevo presidente de Corea del Sur deberá trabajar para sanar las heridas de una sociedad indignada por la corrupción, también tendrá que hacer su mejor esfuerzo por mantener el fantasma de la guerra nuclear alejado, ¿no cree Usted?