EU, China y el futuro del comercio global
Los gobiernos de los dos países llegaron a acuerdos sobre comercio de carne y también sobre instituciones del sector financiero
Es mejor hablar que combatir. Esas palabras, que equivocadamente se atribuyen a Winston Churchill, dan la respuesta correcta al anuncio de un acuerdo sobre 10 puntos iniciales en el “diálogo económico completo entre EU y China”. El hecho de que el gobierno de Trump aclame este acuerdo limitado nos da razones para esperar que disminuya el riesgo de un conflicto comercial.
Los puntos que se anunciaron el 11 de mayo son, por sí mismos, modestos. En cualquier caso es inconcebible que algún acuerdo pueda eliminar el déficit comercial de EU con China, que superó 300 mil millones de dólares (mdd) en 2015, pero el hecho de que las dos superpotencias dialogan es una buena señal. Que Donald Trump esté dispuesto a llamar “un gran tipo”a su contraparte china, Xi Jinping, refuerza el optimismo. Entonces, ¿qué acordaron?
China permitirá importaciones de carne de res estadunidense a partir del 16 de julio. Su comité nacional de bioseguridad va a sostener una reunión a finales de mayo a evaluar la seguridad de las ocho solicitudes pendientes de biotecnología de EU.
Los chinos también están comprometidos a permitir que las empresas de servicios financieros de propiedad extranjera ofrezcan otros de calificación de crédito en su suelo. China también permitirá que los proveedores de pagos electrónicos de propiedad estadunidense puedan iniciar el proceso de autorización de licencias. Finalmente, China va a emitir licencias de suscripción de bonos a dos instituciones financieras de Estados Unidos para el 16 de julio.
A su vez, Estados Unidos se comprometió a suministrar gas natural licuado a China. Los dos países también acordaron resolver los problemas que afectan la exportación de aves de corral cocinadas de China. Estados Unidos accede a aplicar los mismos prudentes estándares a las instituciones bancarias chinas que aplica a otras instancias extranjeras. No es de menor importancia que EU afirme “que le da la bienvenida a la inversión directa de empresarios chinos de la misma forma como lo hacen con empresarios de otros países”.
Estas decisiones encajan bien en el patrón de los acuerdos co- merciales pasados: no contienen objetivos numéricos para las exportaciones o las importaciones, por ejemplo. También vale la pena señalar que ambas partes ofrecieron concesiones. En general, esto parece una negociación comercial bastante tradicional.
Entonces, ¿qué hay del futuro? Este acuerdo pretende ser el primer fruto de un plan de acción de 100 días. Tendremos que ver qué sigue. Es más, ¿qué pasará si, probablemente, los acuerdos no cambian de manera significativa el desequilibrio comercial entre EU y China? ¿Trump quedará satisfecho o va a reiniciar sus quejas?
Surgen dos nuevas cuestiones. La primera es si este proceso tendrá éxito en la apertura de la economía China. Las políticas chinas buscan la promoción de sus campeones nacionales. Generan obstáculos para las empresas extranjeras, ya sea dentro o fuera de China. Las quejas de las firmas extranjeras son numerosas. El diálogo entre China y EU es una oportunidad para abordar estas preocupaciones. China tal vez sea un país en desarrollo, pero también es una superpotencia. Si en realidad desea conservar una economía mundial abierta, tendrá que modificar su comportamiento a las preocupaciones extranjeras. Esto también aplica a cómo maneje su economía interna.
La pregunta aquí es hasta qué punto la orientación de “Estados Unidos Primero” de este gobierno abordará estos temas. Será de gran preocupación para el resto del mundo si el futuro del comercio mundial se crea en gran medida con discusiones entre las dos superpotencias, pero deben abordar los intereses de los demás.
A Estados Unidos tal vez no le interesa esto, pero como el líder global, debería.