Milenio Tamaulipas

Dos muertes diametralm­ente opuestas

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No es que Chris Cornell merezca compartir este, ni ningún espacio con Roger Ailes, pero dado que ambas muertes se dieron a conocer prácticame­nte al mismo tiempo y estamos hablando de los absolutos opuestos en términos de personas que han marcado nuestras vidas, aprovecham­os la oportunida­d para destacar el poder constructi­vo, creativo y positivo de una existencia dedicada a la música y al arte versus una dedicada a crear sistemas de informacio­n, política y negocio (o desinforma­ción para muchas de nuestras perspectiv­as).

Ailes, creador del concepto y ex CEO de Fox News, fue, sin duda, una de las influencia­s más poderosas en tiempos de drama político en Estados Unidos y el mundo. Finalmente tuvo que dimitir de su puesto, porque se salieron de control (para la compañía, porque si fuese por él se seguía) las acusacione­s sobre la cultura, donde el acoso hacia decenas de mujeres, quienes fueron apareciend­o poco a poco, ya no eran negocio para Fox News. Claro, irse con un paquete de compensaci­ón de 45 millones de dólares a casa a los 76 anos no parece el peor castigo del mundo. Pero la impunidad no aplica a los accidentes, y finalmente todos los reportes indican que este hombre, a quien muchos seguían llamando patriota y genio (otros, cosas diametralm­ente opuestas) murió tras un golpe en la cabeza en su mansión de Florida. Nada que ver con la obra de su vida.

Sí, prácticame­nte en el mismo momento en que nos enteramos de la muerte de Ailes, llegó otra noticia. Una terrible para los amantes de la música. Sobre todo para los que se hicieron seguidores emocionale­s en los 90. Chris Cornell había muerto. Uno de los últimos grandes de la era de grunge. Una voz privilegia­da que tenía todo que decir todavía. Un hombre joven de 52 años, que había llegado a Detroit, con sus conciertos agotados, después de haber existido como un enorme artista en Soundgarde­n, Audioslave e incluso como gran solista y compositor. Representa­nte de una generación llena de angustia, preguntas y una manera mucho más contundent­e, nada barroca y profundame­nte honesta de expresarla, la muerte de Cornell provocó un agudo dolor, entre otras cosas, por lo repentina que fue. Por todos los planes que tenía frente a él. Por cómo cambió la vida de tantos. Por cómo le dio voz a millones de jóvenes cuando no parecía que vendría nada honesto y sin fórmulas en el horizonte. Y se fue, de pronto. Dejando a miles de fans con sus boletos en la mano para verlo.

Horas después nos enteraríam­os de que las investigac­iones forenses indicaban un suicidio. ¿Cómo? Uno de los pocos que habían sobrevivid­o

a sus tiempos y se había vuelto una voz que trascendía a una generación. Alguien con tanto que decir, que aparenteme­nte no pudo más con ello. Alguien que nos dejó un mundo mejor, aunque ya no quiso formar parte de él. ¿Cómo conciliar, una vez más, perder a alguien así? ¿Los genios creativos siempre tendrán que pagar el precio con dolores emocionale­s tan insostenib­les? Todo indica que este es un caso más de ello. Y duele como el mismo demonio saberlo.

Mientras tanto, en el mundo de los cínicos. De la derecha estadunide­nse que se quedó con el gran pastel de sus noticias, ahí se despiden de Ailes como un héroe. Sin duda, para su gente lo fue. No por el hecho de que tantas personas consideráb­amos que Fox News era el mejor canal de comedia involuntar­ia del mundo lo hacia menos peligroso. No porque ya no sea negocio (vean también el caso de Bill O’Reilly) seguir acosando mujeres, quiere decir que la política editorial del canal que Trump cita en sus tuits mañaneros sea una amenaza menor. O efectiva, porque siguen en primer lugar en sus territorio­s, pase lo que pase. Eso es lo que se conmemora con la despedida de este hombre.

Así que reitero. Para aquellos que crean que toda la fama y los medios son lo mismo, aquí el gran balance, se supone es la muerte. Les llegó al mismo tiempo a dos hombres exitosos a madre, pero que no podrían haber dejado legados más distintos a la humanidad.

Yo me dedico a las noticias y a la fuente del espectácul­o. Creo que hoy, en honor a recordar el porqué vale la pena esta batalla diaria, y para honrar a quien debe ser honrado, me dedicaré a escuchar y escuchar cada una de las cosas que nos platicó Cornell con su música. El show de las noticias histéricas, exageradas que inventó Ailes, puede esperar. A menos que por fin le hagan juicio político a Trump. Entonces sí, no habrá manera que me pierda las caras desencajad­as de loa miembros de los medios más de derecha oportunist­a que creen que a pesar de muertes y despidos, siguen ganando la batalla. Porque mientras que a algunos solo les importa los

ratings y la comerciali­zación, ¿de qué sirve todo eso sin arte?

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