Paramos la “guerra”… Y, ellos ¿van a dejar de existir?
Lo aterrador no es que las organizaciones del narcotráfico vendan drogas prohibidas. A mí, y a muchísima otra gente, nos tiene sin cuidado que los anfitriones de una elegante velada en un
loft de New York ofrezcan cocaína a sus invitados. Las cosas se ponen mucho peores, sin embargo, cuando esas mismas mafias criminales no se dedican ya a su negocio tradicional sino que llegan con el dueño del changarrito de la esquina de tu casa y le piden, digamos, diez mil pesos semanales para que pueda seguir trabajando. O que, de camino a tu trabajo, sus sicarios te secuestren y les llamen a tus padres para exigirles el pago de una suma tan descomunal que perderán el patrimonio arduamente juntado a lo largo de toda una vida de trabajo honrado. Ah, y encima, que te maten, aunque haya sido solventado el rescate. Esto es lo espeluznante.
¿Una cosa lleva a la otra? O, vistas las crecientes dificultades para seguir traficando con las sustancias, ¿se dedican ahora los cárteles de la droga a actividades tan rentables, pero mucho más cómodas para ellos, como la extorsión, el secuestro y el robo? Es difícil saberlo. Pero, es un hecho que a los ciudadanos de a pie ya no nos amenaza únicamente el crimen desorganizado —los rateros y hampones de siempre— sino esta nueva subespecie, altamente “organizada”, de individuos todavía más sanguinarios, bárbaros, salvajes y brutales.
Así las cosas, ¿podemos esperar que la legalización de la mariguana, por ejemplo, sirva para mejorar la seguridad pública en este país? Y, quienes propug- nan que el Estado mexicano renuncie a seguir combatiendo en una “guerra” que ha causado ya cientos de miles de muertos (una responsabilidad que está por verse, señoras y señores, porque muchísimas de las víctimas mortales de esta antedicha conflagración no resultan de los ataques del bando “oficial” sino de los enfrentamientos entre las diferentes organizaciones criminales), ¿se han preguntado acaso cuál habrá de ser la reconversión profesional de todos esos sicarios, asesinos, matones, verdugos y torturadores que ya se dedican a eso?
Como lo he preguntado varias veces, ¿se van a dedicar a vender Biblias de puerta en puerta? ¿Serán trabajadores sociales?
Todo está tan podrido que no podemos siquiera imaginar una solución…