Milenio Tamaulipas

Para deshacerno­s de “Despacito”

- Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

Eran las 4 de la mañana y me desperté de un sobresalto, un poco asustada y, perdóname Dios, tarareando la canción “Despacito”. Mientras me trataba de despabilar de semejante pesadilla comencé a buscar la razón de semejante traición de mi subconscie­nte a mi apacible persona dormida. Y lo volví a escuchar. Tardé en distinguir si era algún vecino entusiasta del nuevo Luis Fonsi o alguna de esas fiestas que de pronto se arman en la calle a algunas cuadras de distancia que, como fiesta de pueblo, se escuchan kilómetros a la distancia. Resultó que era un trío de borrachos, dos mujeres que estaban en la banqueta de enfrente o dándole serenata a alguien o esperando a que alguien saliera con una escopeta. ¿Les dije que eran las 4 de la mañana, verdad?

Así que hoy amanecí de malas y decidí revisar la letra de esa canción que está más poderosa que Pinky y Cerebro en su plan de dominar al mundo. La verdad es que en lo que a reguetón se refiere no es la peor. Por lo menos es una seducción donde no hay cuatro mujeres en celo rogándole al cantante en cuestión que las haga suyas y luego las tire a la basura. Pero aún así, no soporto la canción. Ni su ritmo, ni su actitud, ni la manera en la que el sexo es lo único que el cantante puede apreciar de la mujer que tiene enfrente (y sí, sé que la escribió una mujer).

Así que declarado mi desdén por el tema más popular del mundo en las últimas semanas, solo tengo una misión ahora y es una muy personal, pero la comparto con quienes consideren, como yo, que están siendo torturados por este “gusano de oído” o earworm, como le dicen los científico­s.

Me puse a buscar estudios que analizan cómo quitarse canciones que plagan nuestra cabeza a pesar de nuestro total desprecio por ellas. Y estas son algunas cosas que encontré. La Universida­d de Reading en la Gran Bretaña sugiere masticar chicle cuando la melodía ataque. Y concentrar­se es eso en lugar de la canción. Este es un estudio de los más recientes que se han hecho, y un 92 por ciento de los participan­tes dicen que les ayudó. No sé qué tan efectivo sea el chicle contra Fonsi, Daddy Yankee y Bieber juntos, pero vale la pena intentar.

En la Universida­d del Este de Washington tienen otra propuesta. Hacer ejercicios mentales que no sean ni demasiado fáciles (o regresa el gusano) o demasiado difíciles. Por ejemplo, tratar de pensar en cualquier número cada segundo sin que se lleguen a repetir. Aseguran que es una buena técnica para acabar con el problema.

Ahora, la teoría más recurrente y más propuesta por expertos en neurocienc­ias es enfrentar el problema frontalmen­te y con valor. En otras palabras, cantar en voz alta varias veces la canción que niega a largarse. Dicen que funciona, pero cuando veo letras como “quiero, quiero, quiero ver cuánto amor a ti te cabe”, creo que prefiero rendirme ante mi tortura mental, pero no unirme a enemigo. ¿Ustedes lo harían?

¿En serio?

¿Ivanka Trump mandó un tuit para que la gente hiciera paletas heladas de champaña? ¿En el día que en su país conmemoran a los soldados caídos?

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