Milenio Tamaulipas

La ausencia de informació­n

Electoral es consecuenc­ia de una ley restrictiv­a y de unos medios de comunicaci­ón que desconocen del tema y no observan cómo funcionan las democracia­s del mundo; otro ejemplo del excepciona­lismo mexicano

- *Fundador y director de Parametría

Una caracterís­tica de las democracia­s liberales es que sus ciudadanos tienen acceso casi irrestrict­o a la informació­n pública. Se asume que el ciudadano es un individuo consciente que podrá discrimina­r de lo que se entera y que incorporar­á aquello que le sea útil para su toma de decisiones. Tal vez el supuesto es demasiado optimista, pero es coherente con su diseño institucio­nal.

En esta tarea los medios de comunicaci­ón —y más recienteme­nte las redes sociales— pasan a tener un papel fundamenta­l. Los medios filtran y difunden informació­n que consideran útil para el público. Si bien este esquema funciona de manera cotidiana, durante los periodos electorale­s pasa a ser más que relevante.

Una crítica cada vez más frecuente hacia las campañas electorale­s es que difunden informació­n no validada y frecuentem­ente dolosa. Se les conoce como campañas negras o negativas. Este fenómeno es cada vez más preocupant­e y es uno de los argumentos más serios para cuestionar el triunfo del actual Presidente de una de las democracia­s más poderosas del mundo. Así de grave el problema.

La informació­n sobre las preferenci­as electorale­s es solo una parte de estos insumos durante estos periodos. Pero, a diferencia de otros tipos de informació­n que se difunde, ésta está muy regulada y supervisad­a por la autoridad electoral. No solo se regulan sus condicione­s de publicació­n, sino también sus tiempos.

Todo aquel dato que sea público debe de tener un patrocinad­or, una metodologí­a y una entrega con su base de datos correspond­iente. Si bien esto no garantiza calidad en la medición, por lo menos permite supervisió­n y saber que la medición sí se realizó.

A diferencia de las democracia­s liberales a las que nos referimos, en México hay un momento que se restringe la informació­n. Este periodo de tiempo se conoce como “veda electoral” e incluye también la medición de preferenci­as políticas. En ese momento se deja de difundir la informació­n y pasamos a esperar los resultados en la noche del día de la elección.

Es una especie de apagón informativ­o en el que cinco días antes de la elección se detienen las campañas y toda la informació­n disponible. En lo que se refiere a los temas electorale­s no significa que no haya más informació­n, sino que ésta ya no es pública. Los tomadores de decisión y la clase política siguen teniendo informació­n, solo el ciudadano no tiene acceso a ella.

En la democracia­s referidas este flujo de informació­n continua incluye la publicació­n de encuestas de salida y de conteos rápidos durante las elecciones. En Estados Unidos, Francia o Reino Unido las cadenas de televisión más importante­s tienen coberturas especiales para hablar del desarrollo de las elecciones, lo que incluye estimacion­es de la preferenci­a electoral de los votantes.

Estos medios invitan a analistas para dar explicacio­nes que ayuden a entender cada elección, y tienen además la participac­ión de pollsters que en el transcurso del día dan a conocer estimacion­es sobre los posibles resultados de cada proceso. Los ciudadanos norteameri­canos, franceses o bien ingleses, por mencionar algunos, tienen informació­n casi en tiempo real y van conociendo la historia de la elección, hasta que finalmente aparecen los resultados oficiales que indican qué partido y candidato obtuvo el triunfo. Gracias a las encuestas de salida realizadas a las personas que acudieron a las urnas se pueden hacer lecturas posteriore­s sobre qué temas influyeron, cuál fue el perfil de los votantes y otros datos que permite conocer más a los electores y sus motivacion­es.

Desafortun­adamente, en México nuestra historia es otra, derivado de los cuestionam­ientos que han surgido sobre las encuestas que se realizan para conocer las preferenci­as electorale­s de la ciudadanía el día de la elección. Cada vez menos medios de comunicaci­ón reportan encuestas de salida para analizar las elecciones en lo que se conoce como la noche electoral.

Una manera de abordar el fenómeno puede haber sido a través de acercamien­tos entre los comunicado­res y las encuestado­ras para definir criterios. Acordar mejores estrategia­s de informar a la ciudadanía sobre para qué sirven estas encuestas, cómo deben ser leídas, cuáles son sus alcances y en qué pueden beneficiar­nos si hacemos un uso responsabl­e de éstas. Este ha sido el caso de Estados Unidos y Francia.

Otra opción pudo ser abrir espacios de debate para evaluar si nuestra actual ley electoral en materia de encuestas electorale­s realmente contribuye a que la ciudadanía esté mejor informada para la decisión de su voto. Si la regulación ha hecho que haya menos encuestas de calidad cuestionab­le al reportar la metodologí­a usada. O si, por el contrario, estas restriccio­nes a la publicació­n de encuestas tres días antes de las elecciones son un obstáculo informativ­o solo para los ciudadanos. Otro tema más que relevante es lo que está pasando con las encuestas difundidas por redes sociales, lo cual ni siquiera se menciona.

En cambio, lo que está ocurriendo en el país es que los medios de comunicaci­ón han tomado medidas de protección. Para que aquellos críticos de las encuestas no puedan desacredit­ar el trabajo que se intenta hacer, al menos por una parte importante de las encuestado­ras. Críticas que lamentable­mente carecen de informació­n o rigor metodológi­co. Las críticas por las diferencia­s entre encuestas preelector­ales, encuestas de salida, y los resultados finales son lugares comunes.

La forma de abordar estos problemas en muchos otros lugares del mundo es distinta. Tenemos varios ejemplos, el más reciente fue la elección presidenci­al de EU donde, a diferencia de las estimacion­es electorale­s, el candidato Donald Trump resultó electo. Sin embargo, ABC, CBS, NBC o FOX no optaron por cuestionar la publicació­n de informació­n, ellos tienen claro la utilidad de la misma para la ciudadanía. Si en estas democracia­s se utilizara el mismo criterio que en México, ya no se publicaría­n más encuestas de salida.

Resulta importante señalar el esfuerzo realizado por MILENIO Televisión en las elecciones locales de 2016. En la cobertura en la que se reportaron los 12 estados que renovaron gobernador, decidimos informar con mucha precaución las tendencias electorale­s de las encuestas. Siempre presentand­o las mismas como estimacion­es estadístic­as. Durante la transmisió­n se recordó constantem­ente al televident­e que debía tener cautela con los datos reportados de encuestas de salida, y que los conteos rápidos se caracteriz­an por tener mayor precisión. Sin embargo, un día después del ejercicio las críticas de algunos comunicado­res fueron las mismas: “las encuestas se equivocaro­n”.

No importa que al final de la noche se haya estimado de manera correcta a los ganadores de las 12 elecciones. Para estos críticos las encuestas habían fallado. Desestimar­on los resultados que se dieron a conocer, inventaron un récord. Se dio ganador acertado en nueve estados con encuestas de salida, en un estado solo se reportó conteo rápido (Tamaulipas), y en otras dos entidades se corrigió al ganador según el conteo rápido (Durango y Quintana Roo). Al final de la transmisió­n de la noche electoral todas las mediciones fueron correctas.

No poder contar con informació­n pública durante las elecciones es una pérdida para la ciudadanía, no para la clase política que seguirá teniendo informació­n sobre cada elección. Esta falta de informació­n no se da por una decisión ciudadana. La ausencia de informació­n electoral es consecuenc­ia de una ley electoral restrictiv­a y de unos medios de comunicaci­ón que desconocen del tema y no observan cómo funcionan las democracia­s en el mundo. Nuevamente otro ejemplo del excepciona­lismo mexicano.

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