¿Hay que derribarlo todo?
Sabemos lo que queremos para México? Alguna gente lo tiene muy claro, en todo caso: millones de conciudadanos imaginan un país en el que tendría que ocurrir una radical ruptura con el actual “sistema”: no más “ricos y poderosos” al mando, no más dominio de la “mafia en el poder” y no más injusticia social perpetrada por “los mismos de siempre”. Pero, otro grandísimo sector de la ciudadanía prefiere la continuidad de las cosas, a pesar de todos los pesares. Digo, si laboras en el sector privado o si tus beneficios personales resultan del comercio, de la venta de productos o de la tramitación de servicios en una economía de libre mercado, entonces no es demasiado probable que te sea muy atrayente la perspectiva de derribar el capitalismo a punta de expropiaciones, nacionalizaciones y confiscaciones.
¿Así sería la nación a la que aspiran los radicales detractores del orden actual? No lo sabemos realmente, pero hay algunos signos inquietantes, como la propuesta, del candidato que pretende representar al sector progresista, de cancelar pura y simplemente el más importante proyecto de infraestructura que se está emprendiendo en estos momentos en el territorio patrio. ¿Ustedes entienden las razones por las cuales no debiera proseguir la construcción del nuevo gran aeropuerto en el valle de México? Y, en el caso de aquellos de los lectores que sean viajeros, ¿tienen ganas de aterrizar, en 2022, en el actual aeródromo, luego de un viaje, digamos, de doce horas, y perder dos o tres más en el trayecto hacia Tizayuca para tomar otro avión con destino, por ejemplo, a Aguascalientes, a Morelia o a Veracruz? De verdad que no tiene sentido esto. Entonces, ¿de qué estamos hablando? ¿De un capricho, de la simple tozudez de un individuo corto de miras, de una venganza, de la manifestación de un impulso autodestructivo, del oscuro rencor de los marginados encarnado en quien promueve y azuza, justamente, su resentimiento?
Pero, ¿no es también muy alarmante la altanería del personaje y su aviesa disposición a lanzar acusaciones dirigidas a debilitar nuestro entramado institucional? Digo, hasta hace muy poco tiempo, los mexicanos no podíamos siquiera pretender que contábamos con un sistema democrático. Sin embargo, algo hemos hecho ya, algo hemos logrado, después de todo. De pronto, ¿nada de eso importa, nada cuenta? ¡Uf!