Milenio Tamaulipas

El cáncer separó a

Una familia y Manuel Horak quedó a cargo de sus tres hijos, a quienes ha sacado adelante en todos estos años

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Jorge Aviña Bravo, hace 17 años se quedó a cargo de sus hijas, después de quedar viudo de la mamá de sus pequeñas de apenas 4 años y 12 días de nacida.

Marión y Fabiana, ahora son unas señoritas de 20 y 16 años, y quienes se encuentran orgullosas de su papá, pues además de eso también es su mejor amigo.

“Sí, soy papá soltero desde el 2000, hace ya 17 años estaba casado con Gloria Orendain, primero tuvimos a Marión y en el 2000 nació Fabiana, pero poquitos días después falleció”, recuerda.

Jorge apenas contaba con 30 años y con toda una responsabi­lidad de sacar a dos niñas adelante, porque la vida seguía y aunque aún no tenía una idea de todo lo que representa­ba, no había tiempo para decir no puedo, incluso indica que jamás pensó en la posibilida­d de abandonar la barca.

“Desde un inicio pensé positivo, regresando de la misa de Gloria llegaron dos personas que tocaron la puerta, yo traía a Fabiana en brazos y resulta que eran dos enfermeras que venían a ayudarme a cuidar de la niña, venían vestidas de blanco, yo las ví como dos angelotes.

A ellas las mandaba un grupo de señoras que sabían de mi caso, aunque nunca supo de quiénes se trataba, la ayuda era por 3 meses, pero se quedaron por año y medio hasta que Fabiana pudo entrar a la guardería. Yo dí muchas gracias, el que vinieran de blanco la verdad para mí fue un alivio, pues sentí que eran unos angelotes, eso me ayudó a trabajar en diferentes empresas reconocida­s, entre ellas Grupo MILENIO”, indicó. Comenta, mientras refleja una sonrisa en su rostro que tiempo después tuvo toca brincar con ellas en la cama.

“No digo que soy un gran papá, pero intento estar el mayor tiempo posible, porque sé que de todo el amor y la atención depende que ellas se encuentren bien y sobre todo que seamos amigos más adelante”, menciona.

Agrega que los días en que salen al cine, a comer una nieve, y que juegan, al final ellas dicen que ha sido el mejor día de su vida, eso es lo que realmente lo hace sentir bien, porque el que ellas lo expresen, se da cuenta que son felices.

Dijo por último que siente bendecido porque las dos llevan un buen promedio en la escuela y son unas niñas felices. que aprender a peinarlas para llevarlas a la escuela, cosa que se le dificulta porque no es muy bueno moviendo los dedos, entre las ligas y los moños, no daba una.

“No sabía peinarlas, entonces le hablé a un estilista para que me ayudara y me diera un curso, la verdad es que soy un poco malo con el movimiento de los dedos y eso de las ligas, los dobleces, batallaba un poco”, recordó.

Ya cuando aprendió las arreglaba por turnos, pues hasta un banquito tenía en su cuarto, logró hacer diferentes tipos de chongos, “eso mientras que las amigas de su mamá siempre me sorprendía­n con chongos o me pasaban los tips”.

Recuerda que durante los festejos en la primaria y las piñatas igual, era el único señor entre todas las señoras, pues intentó estar en todos esos eventos y cuando no tenía tiempo por el trabajo, pedía el favor a alguien para que fueran por las niñas y su enfermera.

Su gusto por la cocina ayudó, pues al mediodía, todos los días, le tocaba la comida, lo cual le permitía relajarse. También le tocaba lavar, no sin antes manchar de cloro algunas camisas o con color otras tantas, porque no sabía que la ropa se separaba, pero así aprendió.

Hoy en día recuerda a su esposa como una excelente mujer, un excelente ser humano, una persona muy guapa y una ama de casa extraordin­aria.

“Dos enfermeras me ayudaron, cuando llegaron a casa las ví como ángeles” “La vida seguía y no había tiempo para decir no puedo, jamás pensé en rendirme”

En el caso de Manuel Horak Santoyo, fue el cáncer el que separó una familia y dejó sin madre a tres hijos, Giovanna Michel de 11, Juan Manuel de 9 y Yaneth Horak Alarcón de 3. No ha sido fácil, porque desde un inicio los tres presentaro­n problemas y tuvieron que ir con un psicólogo.

Hoy en día tienen 18, 16 y 10 años respectiva­mente y refiere que aunque no ha sido fácil, se siente orgulloso, pues los dos más grandes han estado en el cuadro de honor y en la escolta, logrando becas para entrar a la preparator­ia y la universida­d, mientras que la más chica no se queda atrás.

“En un inicio los tres se fueron a pique, pero me siento orgulloso porque Giovanna y Juan Manuel, han estado en la escolta y para entrar al Tecnológic­o ambos tuvieron los puntajes más altos, logrando becas del 40 y 50 por ciento por su alto desempeño”, explica mientras se le quiebra la voz.

Aunque hace un paréntesis, para aclarar que desde un inicio habló con ellos, ya que no iba a poder con las colegiatur­as de ambos, sin embargo, su esfuerzo ahora es premiado, pues su hija mayor se va estudiar para Ingeniero Biomédico en la Ciudad de Monterrey.

Haciendo referencia a un pensamient­o de la Madre Teresa de Calcuta, eso mientras aclara que no recuerda bien de memoria, “Enseñarás a volar, pero no volarás su vuelo y enseñarás a caminar pero no caminarás su camino”.

Menciona que nunca hubo pensamient­os negativos de rendirse. Sus hijos le han ayudado a seguir adelante, “porque se trata de un compromiso con ellos y con mi esposa y que me quede el orgullo de que lo logré”. Don Manuel, llega un momento que no logra contener el llanto, por lo que es necesario un suspiro hondo, para continuar, pues siente que hasta el momento no le ha fallado a Margarita Alarcón Peralta, su esposa, quien falleció hace siete años.

“Todo fue muy rápido, la verdad es que sí hablábamos de esta posibilida­d, pero nunca me imaginé que sería ella quien se iría, mucho menos que fuera de esa manera, todo fue muy rápido, intentamos de todo para que el cáncer no avanzara, pero fue imposible”, indica.

Comenta que en todos estos años ha habido una persona, quien lo ha apoyado, se trata de Elizabeth Romero Bernal, quien llegó cuatro meses antes de que falleciera su esposa y a quien enseñó a hacer la más minuciosa sopa, pues así le gustaba a los niños.

“Ella fue quien me ha ayudado y si es cierto le pago, pero a nadie le pagas para que aguante los cambios de un joven, ella me pidió apoyo para estudiar y ahora está a punto de recibirse de licenciada en Administra­ción de Empresas”, mencionó.

Está cumpliendo el compromiso que hizo a su esposa y a sus hijos cuando ella partió No ha sido fácil, pero hoy en día se siente orgulloso porque sus hijos han destacado

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