Por quién votaré en 2018 (primera aproximación)
Acontecimientos recientes me han obligado a tomar una decisión sobre mi voto en la presidencial de 2018. Sin importar partido, ideología, propuesta, independencia de los poderes fácticos, de la mafia del poder, de Nicolás Maduro o Valdímir Putin, mi voto irá para aquel candidato a la Presidencia de la República que tenga más años en el planeta, el más viejo. Si no hay ninguno de 70 años o más, es muy probable que me abstenga y haga campaña contra el más joven.
Estoy dispuesto a votar por alguno de más de 65 años, siempre y cuando tenga algún problema de salud que me asegure que no vivirá mucho más tiempo después de terminado su sexenio. O por alguien menor —no mucho— que demuestre interés por algún día dedicarse a leer, pescar, tal vez bordar, atender a sus nietos y ver los atardeceres.
México tiene muchos problemas, corrupción que parece tocarlo todo, un aparato de seguridad y justicia que no funciona, un sistema electoral inútil para detectar y sancionar las trampas, tenemos una economía atoradísima en la medianía, una desigualdad ofensiva y una pobreza contra la que parece que no podemos…
Y espero que todo esto se debata en los meses que nos faltan, y espero, sin mucha esperanza, que esos sean los temas por los que se decida la elección.
Pero por lo pronto, y dados los acontecimientos recientes, mi primera decisión es clara: no quiero nunca más tener un ex presidente que dure mucho tiempo. También, para ganar mi voto, será importante defender la pensión de los ex presidentes y un dinerito para algún tipo de staff. Para que se sientan tranquilos.
Ahora: se deberá agregar a esa pensión eterna la condición de que se queden calladitos, atendiendo la familia, leyendo o escribiendo —no se rían— algún libro, viendo Netflix, yendo al cine, alguna actividad deportiva, tal vez dando clases de algo que sepan o hayan aprendido en los seis añotes que vivieron en Los Pinos, o dando conferencias para decir generalidades con palabrotas que los haga ver inteligentísimos y preocupados por asuntos fundamentales para el futuro del planeta.
Nada más. Nada de grilla, de amenazas, de meterse en la política cotidiana, de intercambiar vulgaridades con presidentes extranjeros, de cambiar de partido ni de hacer campaña por nadie o contra nadie.
Ya tuvieron su oportunidad única, irrepetible, fueron poderosos, el más.
Si se aburren en su casa, no es culpa nuestra. Ya, por favor.