Milenio Tamaulipas

Un paisaje multicolor adorna

El río Guayalejo con las famosas trajineras

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los días más fuertes son viernes, sábado y domingo, falta mucha concientiz­ación sobre la basura”.

Señaló que la gente deja muy sucia la zona del río, además se quejan de que no se les regalan bolsas para la basura, sin embargo la funcionari­a considera que cada persona deben hacerse responsabl­e de los desechos que dejan en el sitio turístico. “Lo que hacemos es que un muchacho se sube a un kayak y se pasa recogiendo la basura del río, hasta 8 o 10 bolsas negras llega a llenar de desechos de adentro del agua, sacando el vaso o plato térmico, que es muy ligero y con el aire cae al agua. Hay diez tanques para desechos en la zona, son doce áreas divididas cada 50 metros, para 10 personas por área”.

Finalmente Adamina Puga dijo que propondrá al alcalde que la oficina de la Dirección de Turismo se encuentre a la vista y alcance de la gente, ya sea en planta baja de la presidenci­a o en otro sitio donde se vea, para que los visitantes puedan tener informació­n rápido y de primera mano de los atractivos que hay en Llera.

Desde lo seco hasta lo húmedo, lo amarillo a lo verde, así es el paisaje tamaulipec­o que ofrece la carretera rumbo al municipio de Llera. Es muy curiosa la diversidad de colores que en un trayecto de dos a tres horas se pueden encontrar.

Desde el majestuoso Cerro del Bernal hasta la zona nubosa cercana a la Biósfera del Cielo. Los grandes árboles que adornan la carretera 85 y los habitantes de pequeñas comunidade­s que se colocan con mesas a la orilla de la carretera a vender a 25 pesos las bolsas con ciruelas recién cortadas de sus árboles.

De repente no se puede creer que sea una parte de Tamaulipas lo que estoy recorriend­o. Veo abiertos famosos negocios que cerraron en aquellos años de la crisis por insegurida­d.

“Ahorita la carretera está tranquila, toda esta zona, donde está feo es de Victoria para allá, más arriba, rumbo a San Fernando y Reynosa”, cuenta un lugareño de El Limón. El GPS en el teléfono celular me dice que ya estoy cerca de Llera de Canales, pues aunque no hay pierde es mejor prevenir y asegurarse que se viaja por la ruta correcta. Durante todo el trayecto esperé encontrarm­e algún anuncio espectacul­ar que promociona­ra las dichosas trajineras, pero no, no había nada, más que una lona en una gasolinera casi en la entrada de Llera.

Las famosas letras turísticas que ahora se encuentran en casi todas las poblacione­s no son ajenas en Llera, pues fueron colocadas unas muy coloridas en la rotonda que da la bienvenida al pueblo, antes de los arcos oficiales que dicen “Bienvenido­s Llera Tam”. Nuevamente busco indicios que me lleven directo a las trajineras, pero sigo sin suerte, no encuentro ningún anuncio en las calles del municipio, por lo que recurro a la vieja confiable: preguntarl­e a los habitantes.

“Si quiere vaya aquí a la presidenci­a municipal, ahí deben decirle”, me dijo amablement­e la primer señora a la que le pregunté cómo llegar a las embarcacio­nes. Me extrañó que no supiera dónde estaba el río. Por fin, cerca de la plaza principal veo un anuncio en manta con la pintura de una trajinera. “Río” dice el cartel hechizo con una flecha hacia la derecha.

Llego a un camino con piedras y monte por todos lados, por un momento dudo que este sea el camino, pero en ese momento pasa la señal perfecta que me lleva a las trajineras, un vendedor de golosinas en triciclo.

“Sí joven yo voy para allá, siga derecho y ahí están las trajineras”, contesta el comerciant­e que va apurado para alcanzar clientela.

Y ahí están, las famosas trajineras en el río Guayalejo. Son cuatro las que están detenidas mientras una más está por terminar un paseo. Ya hay gente formada para el siguiente viaje. Son 25 pesos los que hay que pagar.

Somos 20 personas arriba, junto a cuatro más encargados de mover la embarcació­n. Uno de ellos lleva una bocina móvil para amenizar el recorrido. Suenan corridos, entre ellos el de Llera.

15 minutos dura la vuelta. En el sitio hay familias cocinando al carbón, otros nadan y platican en el río, unos más navegan sobre kayaks amarillos. Insisto, es un paisaje multicolor que no es creíble que esté en Tamaulipas, y menos en un pequeño pueblo, en Llera.

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