o Marco Rascón, Guillermo Valdés, Fernando Escalante Gonzalbo
El grupo Atlacomulco tiene un proyecto hacia el futuro, más allá de 2018.
Su servicio a la oligarquía nacional ha exigido un cobro. Ganar el Edomex, dividiendo a la oposición, los pone en el camino y los hace vigentes para llegar a un acuerdo entre los suyos.
Es un acuerdo primitivo entre primitivos, que usan la política para la ganancia monetaria y el saqueo. La ambición está al mando.
Los atlacomulcos exigen prioridad sobre otros grupos regionales, ya sean los regiomontanos, los del Pacífico o del Golfo. Ganen o pierdan electoralmente, ellos ya facturaron y reclaman para sí el gran negocio de siempre: la Zona Metropolina de Ciudad de México (ZMCM).
En otro lado, AMLO respaldado por el cascajo neoliberal como Alfonso Romo, Esteban Moctezuma y Manuel Bartlett, que se han refugiado en el lopezobradorismo para civilizarlo y, aún más, no atentar contra una pandilla conocida y respetable para ellos, como los atlacomulcos. Mejor negociar que pelear con ellos, fue el consejo.
Fue imperceptible, pero a mitad de la campaña en el Edomex Andrés Manuel López Obrador sacó el viejo machete de los de Atenco y declaró: “Si gana Morena, se suspende la construcción del aeropuerto”. En otras palabras, amenazó a los atlacomulcos y socios en sus más sagrados intereses.
Para los atlacomulcos, el proyecto vale 141 mil millones de pesos. Si comparamos esto con el presupuesto del Edomex para 2017, que es de 260 mil 318 millones, el nuevo aeropuerto significa para ellos el manejo privado de un equivalente a 54 por ciento del presupuesto del Edomex para su imperio.
Cuando AMLO los amenaza y luego calla, en realidad los llamó a negociar sin machetes, solo usando la cabeza de Delfina.
De las 32 entidades federativas, solo en Toluca no hay manifestaciones de nadie… sin permiso. Los atlacomulcos tienen tanto poder que controlan a todos. Ahí no hay bloqueos, ni marchas o plantones. Esas noticias no existen en el Edomex.
AMLO y Morena no fueron la excepción. Su olvido de parar el nuevo aeropuerto ya no hay quién lo reclame ni lo recuerde.
AMLO ganó. Su campaña de 2018 seguramente ya esta pagada por los inversionistas del nuevo aeropuerto, gracias a la derrota y el olvido (no se volvió a aparecer en el Edomex, ni para dar las gracias).
AMLO y los atlacomulcos ya coinciden en algo: usan la política para el acceso al poder económico y en la idea del prócer, de que “un político pobre, es un pobre político”. M