Consanguíneas en la vida, rivales en el deporte
Ixtchel e Itzel Cordero Ponce muestran su capacidad técnica que les permite llegar a la final y definir un título sentimental entre sí
El gimnasio de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, es el recinto en el que se han reunido varios deportistas para participar en el Primer Torneo de Arte Marciales Mixtas. En este escenario se han reunido practicantes de varios estilos desde niños, jóvenes y adultos, quienes atentos escuchan las indicaciones de los jueces de la justa deportiva.
A este recinto han llegado también varios niños, dispuestos a mostrar lo que en poco tiempo han aprendido en sus gimnasios. Llama la atención un par de niñas de características físicas muy similares, quienes realizan sus ejercicios de calentamiento. Son las hermanas Ixtchel e Itzel Cordero Ponce, dos pequeñas de tan solo nueve años de edad que llegaron desde Ciudad Valles, San Luis Potosí, dispuestas a regresar a su hogar con el triunfo.
“Mi hermano llegó de Estados Unidos, él practicaba “luta libre brasileña”, fui yo quien empezó a practicarlo y me gustó para que mis hijas lo practicaran como deporte y para su defensa personal”, afirma la señora Griselda Cordero, madre de las pequeñas deportistas.
Itzel, es la primera en participar, se planta firme en la lona, no se intimida a pesar de que su rival es del sexo masculino, un poco más corpulento que ella, y logra vencerlo. Corre hacia su entrenador y le da un fuerte abrazo. Toca turno para Ixchel, y también tiene un varón como rival; a pesar de batallar un poco en su pelea, logra zafarse de una llave y con un giro rinde a su rival para avanzar a la gran final, nada más y nada menos que ante su hermana a quien guarda un gran respeto. “Itzel, por favor”, son las palabras de Ixchel, antes de iniciar el combate. Hay sentimientos encontrados, su madre, trata de [ [ [ animar a ambas desde la orilla de la explanada. Itzel trata de cuidar a su hermana, de no lastimarla y solo aplicar la técnica que se les ha enseñado; mientras tanto, Ixchel lucha por salir avante de esta gran final. El tiempo concluye, hay una ganadora pero ambas hermanas se funden en un abrazo en donde dejan ver que es la sangre las que las une, que la vida les ha puesto esta primera prueba para saber que ante cualquier circunstancia siempre debe prevalecer en el amor, la fraternidad, el respeto. Hay lágrimas en sus ojos y a este sentimiento se une su entrenador, su padre y su madre mostrando esa unión familiar.
Desde hace un año, las hermanas Itzel e Ixchel practican artes marciales mixtas gracias a la invitación que le hiciera su tío. Una vez terminada su pelea, es Itzel quien dice el por qué practica este deporte “me gusta porque hago ejercicio y para aprender a defenderme. Practicar con mi hermana es bonito porque compartimos entrenamientos juntas, hacemos el deporte y entrenamos lo que ahorita hicimos. Quedé campeona y me siento bien, de grande quiero ser a lo máximo en mi deporte”.
Además de grandes deportistas las “cuatas” se distinguen por ser buenas alumnas en la primaria en donde han alcanzado un promedio de nueve en aprovechamiento.
Al final de la jornada vino lo mejor, Itzel e Ixchel, han sido ganadoras de una medalla que les fueron colocadas en el estrado de ganadores, un momento que seguramente será inolvidable en su vida.