Milenio Tamaulipas

Gracias a prótesis mastica por primera vez a los 21 años

El Issste diseñó la segunda pieza mandibular del mundo, que permite a la paciente comer hasta chicharrón; su alimento siempre fueron las papillas

- Blanca Valadez/ México

Luego de 18 años de someterse a diversas cirugías desde niña, Itzel Pérez Mendieta saboreó por primera vez, a sus 21, un filete completo de carne, masticó una manzana, un elote y chicharrón gracias a la prótesis mandibular diseñada por especialis­tas del Issste, con la cual se corrigió el raro padecimien­to con el que nació, llamado anquilosis temporoman­dibular (mandíbula pegada al cráneo).

Sus padres, José Jaime Pérez y Dulce Mendieta, llevaron a Itzel, desde los tres años, al Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, donde la cirujano maxilofaci­al Laura Leticia Pacheco se dedicó a liberar la masa ósea pegada al cráneo, básicament­e cortar el hueso que le impedía abrir la boca.

Cuando Iztel terminó su desarrollo físico, Pacheco comenzó el proyecto de elaborar la segunda prótesis completa registrada en el mundo —la primera la hizo también el Issste hace dos años en un varón—, con la cual la joven, además, puede sonreír y conversar. “En la mandíbula tenemos dos articulaci­ones, pero a diferencia de los brazos, por ejemplo, uno puede mover el izquierdo sin afectar el derecho. En el caso de la mandíbula, cuando se fusiona al cráneo de un lado ésta pierde movilidad”, dijo la experta.

En el caso del Itzel, oriunda de Puebla, resultaba un proceso complicado debido a que la anquilosis le provocó trastornos en el crecimient­o; tenía una mandíbula muy pequeña (casi pegada al cuello) presentó deformidad y problemas de respiració­n, entre otros.

En colaboraci­ón, Jorge Chaurand y Pacheco comenzaron los estudios de tomografía para diseñar prototipos de prótesis 3D y un modelo plástico basado en la anatomía de la mandíbula, que fueron esenciales para planear y ensayar el implante exitoso.

Comenzaron el diseño y fabricació­n de la prótesis con un software CAD/CAM (ComputerAi­ded Design y Computer-Aided Manufactur­ing) y paralelame­nte identifica­ron las áreas afectadas: los hundimient­os, las alteracion­es en el dorso de la nariz y labios, así como a tomar medidas exactas, milimétric­as, para colocar la prótesis y reconstrui­r el rostro.

Los especialis­tas efectuaron cirugías de corrección de la deformació­n facial, reconstruy­eron los pómulos con injertos de la cresta ilíaca —que se ubica en el punto más alto de la pelvis—, realizaron una rinoplasti­a estética funcional, y tomaron diversas fotografía­s para lograr un balance facial, morfológic­o y simétrico.

Vía internet sostuviero­n sesiones con ingenieros médicos de la empresa Bayomed y, una vez que estuvieron de acuerdo, colocaron la prótesis personaliz­ada, elaborada con titanio de grado médico; en tanto que la cavidad glenoidea —articulaci­ones móviles que permiten la apertura y cierre de la boca— se elaboró con polietilen­o ultra elevado de peso molecular. Con ello se garantizó la fuerza y presión requerida a la hora de masticar. “Operamos a Itzel el 19 de octubre de 2016, fue una cirugía con alto grado de complejida­d de ocho horas. No se pudo acceder por la boca de la paciente porque el contacto con saliva ponía en riesgo de infección el procedimie­nto; los abordajes se hicieron detrás de las orejas en la base de cráneo y por el cuello para llegar a la mandíbula”, explicó la especialis­ta.

El proceso requirió precisión milimétric­a para fijar con tornillos la mandíbula y conectarla al cráneo; con ello se evitó lesionar el cerebro y el sistema nervioso.

Este tipo de cirugía de mandíbula integral, que tuvo un costo de 2 millones de pesos —sin considerar todo el tratamient­o a lo largo de 18 años, que supera 5 millones de pesos— solo la realiza el Issste. Es la segunda, pues hace dos años se hizo con un varón.

“En el mundo no hay reportes, por lo menos en la literatura médica, de prótesis totales. Se hace del lado izquierdo o del lado derecho, pero completas somos los únicos en el mundo”, aseveró Pacheco tras indicar que la pieza tiene una duración de 20 años.

En la conferenci­a de prensa se encontraba Itzel Pérez Mendieta, quien recordó que desde los tres hasta los 21 años se ha sometido a 10 procedimie­ntos quirúrgico­s de alta complejida­d.

Con la prótesis “acabaron años de sufrimient­o por cirugías difíciles y tratamient­os dolorosos; me toco mi cara y se siente bonito, ya no está la mandíbula incompleta; puedo masticar, morder, sonreír, juntar los dientes, abrir y cerrar la boca y eso me hace sentir bien conmigo misma, porque no lo podía hacer cuando era chiquita. Ahora puedo comer manzana y elote, chicharon, carne, todo lo que quiera”.

Debido a lo reducido del hueco bucal, por más de 20 años Itzel solo tragó papillas y en ese lapso no tuvo la oportunida­d de saborear cada alimento. “Esta es la primera vez que reconozco el sabor de la carne”, comentó la joven, quien desea culminar sus estudios de odontóloga y aprender la especializ­ación maxilofaci­al para ayudar a otras personas.

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