Milenio Tamaulipas

Indígena, nominado al premio nacional

- Imelda Torres/Ciudad Valles

l marido tenía ganas de expresarle a su esposa el gran amor que por ella sentía. Ella, sin embargo, estaba muy cansada, y la esperaba al día siguiente una dura jornada de trabajo. “Anda, Remisia -suplicó el esposo-. Hagamos amor”. “No, Vehemencio -negó ella-. Mañana debo levantarme a las 6”. “Hagámoslo -insistió él-. Total, si para esa hora no he acabado te levantas y te vas”... El nuevo profesor había oído hablar de la fama de Pepito y quiso desacredit­arlo frente a sus compañeros. Le dijo: “A ver, si eres tan listo dime cómo se pueden tapar dos agujeros con un agujero”. Pepito le dio vueltas a la cuestión y no pudo encontrar la respuesta. “No sé” -confesó avergonzad­o. “¿Lo ves? -se burló el profesor-. No eres tan listo como me habían dicho. Mira: así se tapan dos agujeros con un agujero”. Formó un círculo usando los dedos índice y pulgar y con él se cubrió los dos orificios de la nariz. Todos los niños rieron de Pepito. Al día siguiente Pepito le dijo al profesor. “Ahora dígame usted cómo se pueden tapar once agujeros con un agujero”. Después de pensar un largo rato el maestro se rindió. Le dijo entonces Pepito: “Cómprese una flauta y métasela ya sabe dónde”... Otro de Pepito. A través de la ventana veía a la joven y guapa vecina que luciendo una breve minifalda trajinaba en su jardín. El chiquillo le dijo a su papá: “La vecina se agachó a cortar unas flores”. Preguntó el señor: “¿Rosas?”. Respondió Pepito: “No. Blancos”... Susiflor le dijo a su pretendien­te: “Beodio: ¿dejarías de beber por mí?”. Replicó el sujeto: “¿Quién te dijo que bebo por ti?”... El empleado le pidió a don Algón siete días de permiso para ir a su pueblo. Respondió, molesto, el ejecutivo:” Cada año desde hace diez te he dado una semana, aparte de tus vacaciones, para que vayas a tu pueblo a ver a tu señora porque tuvo un hijo. No me digas que tuvo el hijo número once”. “No, señor -repuso con humildad el tipo-. Lo que pasa es que ahora nos vamos a casar”... La trabajador­a social hacía un recorrido por el popular barrio capitalino de Tepito, cuna de grandes boxeadores. Llegó a la pequeña vivienda de una vecindad y fue recibida por el jefe de la casa, que le presentó a su hijo de 5 años. “¿Cómo te llamas, amiguito?” -le preguntó la mujer al niño-. Respondió el pequeñín: “Me llamo Flor de Lis”. “¿Flor de Lis?” -se asombró la muchacha al oír ese nombre tan poco masculino. Se volvió hacia el papá de la criatura y le preguntó: “¿Por qué le puso al niño ese nombre?”. Explicó el tipo: “Es que quiero que cuando crezca sea boxeador, y llamándose así va a tener muchas oportunida­des de practicar en la escuela”... “Creo que estoy empezando a superar mi problema de alcoholism­o, doctor -dijo muy animado el individuo-. Sigo viendo elefantes azules, jirafas color de rosa y cocodrilos verdes, pero cada día son más pequeños”. Un hombre joven fue al departamen­to de cosméticos de la tienda y le pidió a la encargada: “Quiero regalarle a mi novia una crema para el cuerpo”. Le informó la mujer: “Las tenemos de diferentes marcas. ¿De qué marca quiere usted la crema?”. “Olvídese de la marca -replicó el muchacho-. Dígame de qué sabores hay”. Viene ahora un cuento de color subido. Las personas que no gusten de leer cuentos de subido color deben saltarse en la lectura hasta donde dice FIN. Una joven mujer acudió con un médico y le pidió que le quitara una plasta de cera que traía en el ombligo. “¿Cómo sucedió esto?” -inquirió desconcert­ado el facultativ­o. “Lo que pasa, doctor -explicó muy apenada la muchacha, es que a mi novio le gusta besarme a la luz de una vela”. (No le entendí). El Señor les ordenó a Adán y a Eva: -Creced y multiplica­os.

Ellos crecían, pero no se multiplica­ban. Cada noche Adán se acercaba a Eva, pero la mujer aducía siempre un pretexto y se alejaba.

Por fin, cansado, el hombre fue con el Señor.

-¿Verdad, Padre -le dijo-, que Tú me hiciste a mí?

-Así fue -respondió el Creador sin entender. -Y ¿verdad que también hiciste a Eva? -También a ella la hice, sí -contestó el Señor. -Bueno -demandó Adán irritado-. ¿No podrías ahora hacer las aspirinas?

¡Hasta mañana!... “... Los niños salieron de vacaciones...”.

Con aquellos barrabaces en la casa todo el día, cualquiera demandaría una sociedad con clases.

Luis Flores Martínez tiene 27 años de edad, es originario de la comunidad San Isidro Tampaxal del municipio de Aquismón, uno de los de mayor marginació­n en la Zona Huasteca de San Luis Potosí, y está nominado al Premio Nacional de la Juventud 2017 en la categoría de Fortalecim­iento a la cultura indígena.

Estudió licenciatu­ra en Informátic­a en el Instituto Tecnológic­o de Ciudad Valles y una maestría en Estudios Amerindios en la Universida­d Autónoma de Querétaro. Es creador de diversas iniciativa­s y programas para revitaliza­r, preservar y difundir su lengua materna.

Por ejemplo el “TenekMemes”, enfocado a crear textos cortos con imágenes para leer en este idioma, o la página www.lufom. org/alabel que es una plataforma para compartir materiales que buscan propiciar la enseñanza y práctica de la lectoescri­tura en lengua Tének, incluyendo videos y libros digitales, y un curso para la enseñanza de lengua Tének como segundo idioma.

En el 2016 obtuvo un microfinan­ciamiento por Rising Voices para realizar un proyecto en su comunidad San Isidro, llamado “In tsalpadh t’ilab y mám” para recopilar los relatos de los abuelos videograba­dos por niños de la comunidad, así como la creación de libros digitales para su difusión entre hablantes. Ha contribuid­o a la generación de espacios de discusión sobre lenguas susceptibl­es a desaparece­r como el Coloquio Internacio­nal sobre Lenguas en peligro; ha colaborado en publicacio­nes como “Lengua Huasteca: una comunidad en la nube”, en el libro Lenguas en Contacto: español, inglés y lenguas mexicanas.

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