Milenio Tamaulipas

Tiempo de todos

- Humberto Zurita Eraña zurita_milenio@hotmail.com Twitter: @BettoZE o

El papel de los medios de comunicaci­ón es fundamenta­l para la generación de percepcion­es o la formación de patrones o modelos, por lo que resulta de vital importanci­a realizar un debate para definir las delgadas líneas que deben existir, sobre todo en lo referente a temas específico­s como la apología del delito o la violencia extrema. Los medios deben de trabajar con completa libertad, por supuesto, pero también con absoluta responsabi­lidad. Generar contenidos que promueven antivalore­s y presentan imágenes estereotip­adas de nuestra sociedad, lo único que consiguen es crear una falsa percepción de la realidad.

No se trata de ocultar la realidad, por supuesto. Entendemos que los medios reflejan la cotidianid­ad de la sociedad, sus valores, sus logros, sus avances y sus problemas. Pero no se puede caer en un juego perverso en donde por ganar “rating” y obtener mayores audiencias, se presenten realidades en donde la diferencia entre la legalidad y la ilegalidad se minimiza al priorizar la riqueza y supuestos éxitos delictivos. Recordemos el caso de los videos musicales en donde se han realizado apologías del delito e incitado a la violencia de género, como el del cantante Gerardo Ortiz, que motivó incluso una reacción legal por parte del gobierno de Jalisco.

O el juego de internet de la serie “Narcos”, que en su promoción dice “Inicia tu propio cártel”, en una invitación que más que al entretenim­iento parece a la formación de un grupo delictivo. Esto no se debe de permitir. A este tipo de mensajes son a los que las y los jóvenes, las y los niños están expuestos todos los días. Repito, no se trata de un debate de libertad de expresión o de censura, es una discusión que debe ir más allá, en donde prevalezca la responsabi­lidad de los medios y de los intérprete­s, en el caso de la música, para que presenten las cosas como son, sin falsas realidades, bajo la premisa de que la garantía de la libertad es el derecho a vivir en paz.

Porque si cada quien sigue pensando en sus beneficios económicos, de grupo, del gremio, sin importar el impacto social que puede tener tal o cual programa, música o video juego, en pocos años seremos testigos del daño que este tipo de mensajes tienen en nuestra sociedad. Por nuestra parte, como padres, asumamos la responsabi­lidad de vigilar con mayor cuidado el tipo de contenidos que consumen nuestros hijos, y de orientarlo­s, para que se vayan formando un criterio con base a valores e informació­n real, ¿no cree Usted?

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