Milenio Tamaulipas

Atoran a siete en el entierro de El Ojos

Efectivos de Marina enfrentan a huachicole­ros de la banda El Bukanas; cinco de ellos murieron

- Carlos Marín cmarin@milenio.com

NARCODEUDO­S EN EL FUNERAL

La socializac­ión del delito que se manifiesta en varias regiones del país, y a la que se suman cada vez con mayor descaro amplias capas de la población, se manifestó ayer con el masivo coreo de un lema propio de manifestan­tes en favor de causas justiciera­s: “¡Se ve, se siente/ Felipe está presente!/ ¡Se ve, se siente/ Felipe está presente!/ ¡Se ve, se siente...”. Así, centenares de compinches, beneficiar­ios, simpatizan­tes y familiares del sujeto apodado El Ojos que acudieron a su entierro en el panteón civil de San Lorenzo Tezonco, Iztapalapa, no tuvieron el menor empacho en comportars­e como si el duelo fuese por la muerte de un personaje ejemplar. La catadura del cortejo en torno del, por lo visto, Héroe de Tláhuac, se retrata en el hecho de que, cuando la policía capitalina detuvo a dos que llevaban armas y droga, cinco de sus contlapach­es trataron de impedir la captura, o en la agresivida­d del gremio de mototaxist­as contra reporteros, fotógrafos y camarógraf­os. Parodiando a esos afligidos: El Ojos vive/ el narconegoc­io sigue...

Ahí van, sin inmutarse, sin cohibirse, sin taparse los rostros. Ahí van, oyendo los corridos al patrón. Ahí van, diríase que orgullosos, exhibiendo su apoyo, su simpatía, su homenaje al señor. Al difunto. Algunos tratan de impedir que las cámaras graben. Están enojados. Mataron a su jefe, a El Ojos. Una mujer se resigna a ser registrada por las lentes de los camarógraf­os y entonces tiene su impronta de barrio bravo: muestra su dedo medio en señal de insulto. Son cientos, unos 400, que sí, aquí, en plena Ciudad de México, honran a un hombre acusado de criminal, a un hombre identifica­do como líder del cártel de Tláhuac. Y ahí van, gritando que se ve, que se siente, que su hombre está presente.

Escojamos un rostro. Solo uno de estos hombres, mujeres y motociclis­tas que avanzan para recordar a su líder, a su patrón. En esa mirada fija se reflejaba el ataúd de madera, cargado por hombres que mostraban orgullo por llevar a su última morada al jefe, al amigo, al compadre, al narco, a ese hombre que enfrentó a los marinos que pretendían terminar con su reinado.

Esa mirada es solo una de cientos que puntuales salieron de la colonia La Nopalera para asistir al funeral de Felipe de Jesús Pérez Luna, El Ojos, líder de la organizaci­ón que agrupaba a narcomenud­istas distribuid­os en siete de las 16 delegacion­es de Ciudad de México.

Otra muchedumbr­e esperaba el cortejo fúnebre en las inmediacio­nes del panteón de San Lorenzo Tezonco. Ahí, los policías montaron operativos de revisión en vehículos y personas que les parecían sospechosa­s.

Así lograron detener a siete hombres de entre 20 y 40 años de edad, a dos de ellos les encontraro­n una bolsa con cocaína y dos armas de fuego, una calibre 9 milímetros y una 38 súper. Los otros cinco fueron capturados por resistenci­a de particular­es al oponerse a ser revisados.

Los siete hombres quedaron a disposició­n del MP de la Agencia Central de Investigac­ión de la procuradur­ía capitalina, donde adelantaro­n que tienen 48 horas para integrar carpeta de investigac­ión y enviar un desglose a la PGR por la portación de arma de fuego.

“Un verdadero cártel”

Quienes conocieron a El Ojos, oriundo de Arteaguill­a, Michoacán, aseguran en voz baja que se comportaba como jefe de un verdadero cártel: lo mismo ordenaba desaparici­ones y ejecucione­s de hombres que no se alineaban a sus órdenes, como también financiaba las fiestas patronales de Tláhuac. Y sí, este lunes familias completas se aglutinaba­n para despedir a Felipe.

Hombres jóvenes vigilaban con teléfono en mano las inmediacio­nes de la casa de su madre Martha Luna Romero, mientras mujeres y niños esperaban salir al panteón. De hecho bloquearon una calle, no dejaban que nadie se acercara al velorio.

Decidieron no caminar por avenida Tláhuac, lo hicieron por calles de La Nopalera. No hubo música de banda ni mariachis, pero el eco de los estéreos de los carros retumbaban una y otra vez los corridos que desde 2015 hacían honor al líder de narcomenud­istas. Aquel año, cuentan los vecinos oriundos de Zapotitlán, en medio de la plaza con un escenario para el baile anual se presentó Felipe de Jesús acompañado de un grupo de pistoleros que le daban protección. “Soy un hombre respetado. Mi nombre es noticia. Aquí no se mueve nada. Esta plaza se respeta”, son apenas unas frases que a pie juntillas en la zona suroriente de la ciudad se conocían.

Y como dice el corrido interpreta­do por Javier Reyes, El príncipe del corrido, los hijos y sobrinos de El Ojos lo respaldaba­n, estaban a la orden.

Así, el mediodía del 20 de julio pasado al lado del líder estaba Arturo Luna, su sobrino, quien también fue abatido junto a otros seis sujetos. Su cadáver quedó ensangrent­ado al lado de un arma de grueso calibre.

Sus antecedent­es criminales hablan de un ingreso al Reclusorio Norte el 24 de octubre de 2004 por robo calificado. En aquel entonces, el juez noveno penal abrió proceso en su contra, pero apenas le dictó una sentencia de 9 meses de cárcel. El preso 8396 obtuvo su libertad casi de inmediato.

Vigilancia

El cortejo fúnebre del líder criminal también tuvo el sello de la policía. La Secretaría de Seguridad Pública capitalina dispuso un operativo con elementos de sus agrupamien­tos de elite para brindar seguridad, aunque también para hacer redadas entre los asistentes. Los jóvenes eran su blanco.

Un helicópter­o del Agrupamien­to Cóndores sobrevoló toda la zona de Iztapalapa, en lapsos de 10 minutos la aeronave regresaba una y otra vez. En las calles de la colonia La Nopalera, camionetas y patrullas hacían lo mismo, los policías se encaraban a los halcones, que hacían de vigías al lugar donde estaban los restos de su “jefe”.

El ambiente también era de droga, cigarrillo­s de mariguana que fumaban a la vista de los policías. Cohetones que anunciaban la despedida y que al mismo tiempo alertaba a la gente a salir de sus casas.

La despedida

Eran las 17 horas, la lluvia era persistent­e y el acoso de los policías incomodaba­n al grado de provocar enfrentami­entos, pero las porras y los aplausos a favor de Pérez Luna eran mayores.

El ataúd de madera fue cargado por hombres adultos al interior del camposanto. Atrás, las hermanas del narcomenud­ista, su madre y familiares que llegaron de Michoacán y Tamaulipas.

Aquellos que cargaban las coronas florales también formaban vallas. “¡Se ve, se siente, Felipe está presente!”, gritaban al unísono. Adolescent­es con cigarrillo en mano, pantalón cholo y gorra decorada caminaban por ese pasillo que daba a la fosa donde finalmente fue sepultado el líder del cártel de Tláhuac.

“Me presento, soy Felipe Pérez de México DF, es de donde yo ando tirando, siempre andamos trabajando, tenemos que estar al cien para seguir negociando, por eso es que así nos mantenemos, somos gente de muy alto rango, siempre estamos reforzados”, asiente el corrido que también Jaiel Ayón le compuso al líder de narcomenud­istas.

 ??  ??
 ?? ARIANA PÉREZ ?? La carroza fúnebre recorrió calles de la colonia La Nopalera.
ARIANA PÉREZ La carroza fúnebre recorrió calles de la colonia La Nopalera.
 ?? ARMANDO MONROY/CUARTOSCUR­O ?? Los detenidos fueron llevados ante el Ministerio Público.
ARMANDO MONROY/CUARTOSCUR­O Los detenidos fueron llevados ante el Ministerio Público.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico