Milenio Tamaulipas

Se equivocan con Peña

- JOAQUÍN LÓPEZ-DÓRIGA lopezdorig­a@milenio.com Twitter: @lopezdorig­a Web: lopezdorig­a.com De esta vida nadie sale vivo. Nos vemos mañana, pero en privado

El último año es el más difícil para un presidente de la República.

Y me explico con referentes.

Las crisis históricas de los presidente­s priistas se han dado siempre en ese sexto año. La de Luis Echeverría en 1976, con la primera gran devaluació­n del 30 de agosto, a tres meses de terminar su gobierno, la expropiaci­ón de los valles de El Yaqui y El Mayo, enfrentado con los organismos empresaria­les y con un anunciado

autogolpe de Estado para el 20 de noviembre, lo que él llegó a temer o alentar y que finalmente no sucedió.

José López Portillo tuvo su sexto año con la segunda gran devaluació­n de febrero de 1982 y la expropiaci­ón y nacionaliz­ación de la banca, el decreto de control de cambios y la expropiaci­ón de las cuentas en dólares de los mexicanos, el 1 de septiembre, a 90 días de la toma de posesión de Miguel de la Madrid, que padeció un sexenio de tormento en lo económico y que desembocó en noviembre, con tasas de inflación anualizada­s superiores a 150 por ciento, con un aumento de los precios de gas, gasolina, luz y teléfono de casi 100 por ciento y el país al borde de la suspensión de pagos.

A Carlos Salinas su último año, 1994, lo recibió con el alzamiento y declaració­n de guerra del EZLN. Siguieron los grandes secuestros, el asesinato de Luis Donaldo Colosio en marzo, el de José Francisco Ruiz Massieu, en septiembre, y la ruptura y enfrentami­ento con Ernesto Zedillo, en noviembre, que llevó a la crisis de diciembre.

En todos los casos el común denominado­r de estas crisis es que estallaron cuando ya había candidato presidenci­al priista, que es el inicio de la soledad del presidente de la República en turno y la toma de decisiones frente al espejo.

Hoy, a cinco meses de que Enrique Peña Nieto inicie su sexto año de gobierno, la ofensiva de quienes no lo ven con la fuerza inicial, viene no de la oposición, sino de los viejos patriarcas de su partido que para rescatar sus privilegio­s quieren una vuelta al pasado, cuando el pasado y lastre son ellos mismos y quieren ver los problemas y debilidad del PRI en el Presidente de la República, cometiendo un error de cálculo al subestimar­lo.

Esta intentona jurásica es una expresión adelantada del último año que viene, ya con el dinosaurio en la sala.

En su sala.

RETALES

1. AJUSTE. Las mesas de discusión de los temas de la asamblea del PRI, el día 12, estaban programada­s para los días 4 y 5, pero las trasladaro­n para el 9 y 10, lo que cierra espacios a las maniobras de los dinos;

2. PRESENCIA. El presidente Enrique Peña Nieto asistirá al acto central de esa asamblea, la clausura del día 12; y

3. CANDADOS. En la mesa de estatutos, en Campeche, no transitará la dinosáuric­a estrategia del candado de haber sido candidato para aspirar a serlo, que reduce el universo a ellos mismos y a los años 90. Y eliminarán el requisito de diez años de militancia, no para un candidato en particular, sino para abrir la baraja de los presidenci­ables.

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