Milenio Tamaulipas

Reconocen a maestro por su trayectori­a

- Aristeo Abundis/Pánuco

l bolso de las mujeres -de cualquier mujer- es un pozo sin fondo, un insondable mar, un universo infinito e ilimitado. En él caben todas las cosas de este mundo, y algunas más. A veces ni su propia dueña puede encontrar ahí lo que de pronto necesita. Mi esposa busca en su bolso una moneda para gratificar al empleado del estacionam­iento, y tarda tanto en dar con ella que cuando por fin la halla el muchacho ya completó su turno de trabajo y se fue a su casa. En esa bolsa quisiera estar yo cuando me busque el diablo. Nadie tome mi comentario a misoginia, sino a rendida admiración: no cualquiera puede meter el cosmos en una bolsa y llevarlo consigo a todas partes. Digo esto como introducci­ón al cuento intitulado: “El día que Curro, Frasquito y Pacorro hurgaron en los bolsos de sus esposas”. Lean mis cuatro lectores esa historia después de las tres narracione­s que ahora siguen. Don Languidio Pitocáido tenía problemas serios de disfunción eréctil. Un compañero de trabajo le recomendó: “El pan de centeno es bueno para vigorizar el atributo varonil. Come ese pan y verás”. De inmediato fue don Languidio a una panadería y le pidió a la dependient­a: “Deme una barra de pan de centeno”. Le preguntó la chica: “¿La quiere entera o en rebanadas?”. Inquirió don Languidio: “¿Cuál es la diferencia?”. Repuso la muchacha:

“En rebanadas se le endurece más pronto”. “¡Caramba! -exclamó don Languidio volviendo la vista a los lectores-.

¿Por qué todo mundo sabe eso, menos yo?”. De Capronio conocemos bien dos cosas. La primera: que es un sujeto ruin y desconside­rado. La segunda: que no quiere nada a la madre de su esposa. Ayer un cierto amigo suyo le preguntó con intención: “¿Qué me cuentas de tu señora suegra?”. Respondió el bellaco: “Está en la cama con una enfermedad muy rara”. “¿Peligrosa?” -inquirió el otro. “No -contestó Capronio-. La enfermedad le ha quitado la peligrosid­ad”. Un recién casado le contó a su socio: “Me fue muy mal en mi noche de bodas. Después de hacer el amor, mi costumbre de soltero me hizo sacar mil pesos de la cartera y dárselos a mi señora”. “¡Qué barbaridad! -se consternó el amigo. “Y eso no es nada -remató el otro-. ¡Ella me entregó 200 pesos de cambio!”. Sigue ahora el cuento que arriba se anunció. Tres amigos, Curro Frasquito y Pacorro, fueron con sus respectiva­s esposas a un centro comercial. Disfrutaro­n un cafecito, y como los maridos no daban trazas de terminar la charla las señoras les dijeron que les cuidaran sus bolsas mientras ellas iban al pipisrúm. Tan pronto se retiraron dijo Curro: “Siempre he sentido la tentación de saber qué llevan en su bolso las mujeres”. Le sugirió Frasquito: “¿Por qué no ves lo que en el suyo trae tu esposa? Todas deben traer más o menos lo mismo”. “Buena idea” -aceptó Curro. Y así diciendo procedió a mirar dentro del bolso de su señora. Lo primero que vio en él fue una cajetilla de cigarros. “¡Jo! -exclamó desconcert­ado-. Tengo 5 años casado con mi mujer, y hasta hoy me entero de que es fumadora”. El hallazgo incitó la curiosidad de Frasquito, que abrió en seguida la bolsa de su cónyuge. Para su sorpresa vio que traía en ella una anforita de brandy. “¡Jolines! -profirió alarmado-. Tengo 10 años casado con mi mujer, y hasta hoy me entero de que es alcohólica”. Pacorro, intrigado por lo que en el bolso de sus esposas habían encontrado sus amigos, abrió el de la suya. Se quedó biquiabier­to al ver dentro de la bolsa un paquetito de condones. “¡Joder! -prorrumpió ya sin recatar la interjecci­ón-. Tengo 15 años casado con mi mujer ¡y hasta hoy me entero de que es hombre!”. FIN. Yahvé le ordenó a Abraham:

-Toma a Isaac, tu único hijo, a quien amas, y sacrifícal­o.

Tomó Abraham a su hijo, lo ató y lo puso sobre la leña del holocausto. Ya iba a darle muerte cuando sintió un cuchillo en su garganta. Sara, su esposa, la madre del niño, le dijo con voz ronca:

-Si tocas a mi hijo te mato.

Acertó apenas a balbucir Abraham: -Yahvé me ordenó sacrificar­lo. Respondió Sara:

-Si Yahvé lo toca también a él lo mataré.

Fue entonces cuando Yahvé puso un carnero trabado en una zarza, para que Abraham lo sacrificar­a en vez de sacrificar a Isaac. Hasta Yahvé tiene que detenerse ante una madre que defiende a su hijo.

¡Hasta mañana!... “. Estados Unidos ganó en futbol.”.

Dicen los comentador­es que eso tiene explicació­n: los dólares siempre son excelentes jugadores.

Tres décadas o seis lustros se dicen fácil, pero son toda una vida dedicadas a la docencia, a la enseñanza, a la formación de jóvenes que están en la antesala de sus estudios superiores, 30 años de labor ininterrum­pida sin una sola falta en ciclo escolar, fue el anuncio que se realizó al darse por finalizado­s los cursos educativos del centro de bachillera­to tecnológic­o industrial y de servicios número 55 del municipio de Pánuco, en la ceremonia de graduación de cientos de jóvenes que ahora arribaran a su nivel de estudios profesiona­les.

30 años se volvió a escuchar y ahora se dijo el nombre, José Luis Guzmán Flores, un académico de reconocimi­ento generaliza­do en la región que al igual que sus alumnos salientes de la etapa de preparator­ia, el también festejaba que en esas tres décadas de impartir diversas materias relacionad­as con la ingeniería, no había faltado a ni uno solo de sus compromiso­s con la educación, lo que le valió el reconocimi­ento generaliza­do de los asistentes a esta ceremonia encabezada por el director del Plantel, José Antonio del Ángel y autoridade­s municipale­s y estatales ahí representa­das.

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