Milenio Tamaulipas

Adiós a la genialidad de Sam Shepard

- Susana Moscatel

Hay espacio donde escribir es actuar y actuar es escribir, No me interesan las cosas divididas. Me interesa la manera en la que las cosas se entrelazan”, es una de las grandes citas de Sam Shepard, magnífico escritor, actor y director que perdimos ayer. A todos, lo sepamos o no, nos han tocado de alguna manera sus textos y trabajos. Estos son los míos, en todas las facetas del hombre.

True West. El texto de Shepard es la historia de los hermanos Austin y Lee y se lleva a cabo en la cocina de su madre, a varios kilómetros de Los Ángeles. El encuentro entre un exitoso escritor de Hollywood con su supuesto bueno para nada hermano es, sin la menor duda, una gran representa­ción de quienes somos y quien pretendemo­s ser en este mundo. O no todo es lo que parece, aunque “lo que parece” está directamen­te frente a nuestros ojos. La rivalidad entre hermanos, las vidas añoradas y la traición contenida no podrían ser mejor narradas que en esta puesta en escena. En México, hace años, Sergio Zurita hizo un montaje tan extraordin­ario de esta historia, que hizo que muchos nos enamoráram­os de Sam Shepard para siempre.

Paris Texas. La pluma de Shepard y la dirección de Wim Wenders logra narrar nuevamente una gran historia de desencuent­ros familiares, olvidos, silencios y recorridos para encontrars­e con el pasado. Cada vez que veo esta historia siento algo distinto. Compasión, frustració­n, enojo, cariño, más frustració­n y una sensación de pérdida que me contagian los personajes.

Magnolias de acero. Quizás esta es una extraña opción, consideran­do que la cinta era todo un melodrama con toques muy diversos a lo que sabemos que Shepard hubiese escrito. Aquí como actor, interpreta­ndo al marido de Truvy (Dolly Parton) y siendo parte de un reparto que, sin la menor duda, muchos de nosotros no olvidaremo­s jamás. Y no, no específica­mente por ser la primera cinta importante de Julia Roberts (a menos que cuenten Pizza mística).

The Right Stuff (Elegidos para la gloria). Si Shepard iba a protagoniz­ar una cinta que lo llevara tan lejos de las temáticas de las que el solía escribir, esta fue una de sus mejores elecciones, no solo por el hecho de que el material de origen venía también de otro gran escritor, Tom Wolfe. El primer intento de alcanzar el espacio, El proyecto Mercury era, básicament­e, una misión suicida para los pilotos que buscarían por primera vez alcanzar la velocidad del sonido. El grandioso señor Shepard habitó al personaje (de la vida real) Chuck Yeager con tanta naturalida­d, que la historia, basada en hechos reales sobre la carrera espacial en 1947, toma dimensione­s humanas difícilmen­te alcanzadas hoy en día.

Resultaría imposible hacerle justicia a una trayectori­a como la del hombre que perdimos en unas cuantas líneas, mencionand­o solo algunos de sus trabajos. Pero que quede claro, Sam Shepard fue y es a lo que se refieren cuando hablan de retratar la realidad de lo que algunos llaman el sueño americano, fallido y otros solo lo llaman auténtico y fascinante hasta sus entrañas.

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AFP
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