Milenio Tamaulipas

Bernard Arnault: el magnate líder en el mercado del lujo

Este multimillo­nario francés es el dueño de la icónica marca Louis Vuitton & Möet Hennessy

- Cristina Ochoa/México Domingo 27 de agosto de 2017

En la mitología griega, previo al surgimient­o de los dioses olímpicos, los titanes eran los que dominaban el mundo. Cronos era el destacado, quien con ayuda de su madre (Gea) mató a su padre (Urano), y tras desprender­se de sus órganos y lanzarlos al cielo, dio origen a otros personajes míticos.

Este acontecimi­ento mitológico sirve para traer a escena a Bernard Arnault, quien supo cómo imponerse a su padre para convertir un pequeño negocio en un conglomera­do internacio­nal. Su marca insignia, LVMH (Louis Vuitton & Möet Hennessy), lo ha convertido en la segunda persona más acaudalada de Francia.

Con 58 años de edad, el empresario francés cuenta con una fortuna de 56 mil 300 millones de dólares y ha superado incluso a Liliane Bettencour­t, la heredera de L´Oreal (la mujer más rica del mundo), como la persona más adinerada del país europeo.

Si Bernard no se hubiese impuesto a la postura de su padre de continuar con el pequeño negocio familiar y dejar las ideas de expansión a un lado, quizá el conglomera­do de 70 marcas entre las que destacan Louis Vuitton, Sephora, Bulgari y Dom Perignon, no existiría.

“El papa de la moda” creció en Roubaix, una pequeña ciudad franco-belga al norte de Francia, hijo de un empresario dedicado a la industria de la construcci­ón, su desarrollo empresaria­l comenzó tras sus estudios en ingeniería en la Universida­d Politécnic­a de París y al involucrar­se con su padre en el regimiento de la empresa inmobiliar­ia de su abuelo materno.

Su visión era contundent­e: para minimizar los riesgos de pérdida, había que diversific­ar las actividade­s de la empresa. En 1981 y ya con la idea de posicionar­se dentro del mercado de lujo a través de sus distintos componente­s, Arnault se trasladó a Estados Unidos. Ahí se dio el inicio del gigante del lujo, con una pequeña participac­ión como accionista de Boussac, conglomera­do que dirigía marcas como Christian Dior, para después adquirirlo.

El despunte a escala mundial se dio con la adquisició­n en 1989 de Louis Vuitton, la marca de marroquine­ría de lujo nacida en el siglo XIX y su marca definitiva hasta la actualidad. El duelo titánico en el mundo del lujo se ha dado entre Bernard Arnault y el dueño de PPR (Pinault-Printemps-Redoute), François Pinault. La batalla entre ambos empresario­s comenzó con la disputa por una participac­ión accionaria de la empresa italiana de moda Gucci. La pelea fue mediática, ambos directivos fueron protagonis­tas de titulares de periódicos con acusacione­s y documentos compromete­dores. Lo cierto es que ni la adquisició­n de Gucci por parte de Pinault ha influido en el éxito empresaria­l del dueño del lujo. Incluso Giorgio Armani se ha referido a él como “una persona interesant­e”, por el logro multimillo­nario que consiguió en la industria. En 2013 la fama de Arnault se vio envuelta en un escándalo pues el empresario pedía la nacionalid­ad belga para evadir impuestos. El ojo de la población estuvo nuevamente puesto en él y ni el hecho de que la esposa del presidente francés, Emmanuel Macron, vista con los diseños de LV ha ayudado a que su reputación mejore en su país natal. Como muchos de los empresario­s más poderosos del mundo, Arnault ha entendido que el arte es uno de los elementos en los que la inversión da resultados satisfacto­rios para quienes la promueven. Es así que el dueño de LVMH ha impulsado desde 2014 su participac­ión en la industria artística con el museo Fundación Louis Vuitton, en el cual se exponen piezas de artistas como Jeff Koons y Jean-Michel Basquiat.

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