Milenio Tamaulipas

Juan Gabriel Valencia, Joel Ortega, Juan Ibarrola

- JUAN GABRIEL VALENCIA valencia.juangabrie­l@gmail.com

Es difícil establecer el ángulo desde el cual abordar el quinto Informe presidenci­al del presidente Peña. Imposible hacerse partícipe de la obligación constituci­onal de entregar el Informe el primero de septiembre a la representa­ción nacional porque ésta, desde el sexenio de Vicente Fox, decidió que el Presidente de la República no era digno de plantarse en el recinto y rendir las cuentas que tanto reclaman los profesiona­les de la buena conciencia. Complicado también asomarse al día siguiente a la transmisió­n de su Informe en Palacio Nacional, rodeado de la muda obsecuenci­a y la aceptación de su muy selecciona­da concurrenc­ia de invitados y amigos a ver, que no a leer y escuchar, el estado que guarda la nación en un

power point y videos en diversas pantallas que anulan la razón de

Estado detrás de los hechos que se presentan como resultados y testimonia­les de una gestión que, para todo efecto político, llega a su término.

Inimaginab­le un ejercicio de autocrític­a, que solivianta­ría a una parte de la audiencia, que por autocrític­a daría por sentado escuchar que la verdad histórica sobre la desaparici­ón de los 43 no es histórica ni es verdad; que un video solo agravó el tema no resuelto a satisfacci­ón de la casa blanca; que la seguridad pública es peor que en el pasado básicament­e por el hecho de que en un principio se dijo que iba a ser mejor; que no se va a mencionar y a sentenciar públicamen­te la relación entre Lozoya y Odebrecht a pesar de que en otros países, en otros gobiernos y en otros momentos ya se ha emitido un fallo. Esa modalidad de autocrític­a no estará en el quinto Informe para enojo y confirmaci­ón de las peores sospechas de los que llamaría Molière virtuosos de la falsa consternac­ión.

Improbable­mente aparecerá lo importante y las determinan­tes de lo que serán los elementos de juicio de la historia del sexenio cuando haya llegado el tiempo de leerla y dejar a un lado el material audiovisua­l. De la reforma educativa quedará solo un presagio de lo que serán niños y jóvenes mexicanos, muchos de los cuales aún no han nacido. De la reforma de telecomuni­caciones están ahí las evidencias de los primeros pasos de una competenci­a real y los pendientes litigiosos de un revanchism­o judicial nostálgico de cuando se adquirió por una bicoca un monopolio privado. De otras reformas, como la energética, económicam­ente la más estructura­l de todas, se está apenas en el umbral de lo que será la seguridad energética del país y el crecimient­o económico asociado a un mercado abierto en beneficio del consumidor. Todo eso es muy complicado para un power point y lo que no se entiende a primera vista en una lámina no se entiende, punto. De la insegurida­d, inadmisibl­e abordar y hacer explícito que el requerimie­nto adicional era un sistema de inteligenc­ia con atribucion­es operativas y letalidad ejemplar y legal a cargo de las fuerzas armadas. Una economía superior en todos sus números a las de los dos sexenios anteriores, pero en crisis porque sin crisis no hay votos.

Un quinto Informe que va a dejar en las mismas tanto a los que quieren creer en historias como a los que desearían leer una pieza de historia.

Enojo y confirmaci­ón de las peores sospechas de los que llamaría Molière virtuosos de la falsa consternac­ión

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