Milenio Tamaulipas

Trump socialista

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En octubre de 2016, escribí en Letras Libres sobre las posibles negociacio­nes del TLCAN entre México y Estados Unidos, ante una eventual presidenci­a de Trump. En aquella columna escribí: “Los contextos han cambiado. Hace 25años, cuando se negoció el TLCAN, hubierasid­o una locura sugerir que las tasas de interés de los países desarrolla­dos estarían en cero, y que en Japón y Suiza serían negativas...”. La teoría del valor-trabajo, incluyendo el tema de libre comerciode David Ricardo, no suponía que la competitiv­idad se diera manipuland­o variables económicas como tasas de interés, impuestos o paridad cambiaria.

Dentro de los objetivos de la Administra­ción Trump para renegociar el TLCAN, está incluida la cuestión laboral. Entre otros puntos, incluye discusione­s sobre salarios. En esta materia hay un rechazo de nuestros negociador­es: por decreto, dicen, no se pueden determinar los sueldos de los trabajador­es.

Sin embargo, el tema es complejo. A nivel internacio­nal se reconoce que, en algunos sectores, los trabajador­es mexicanos tienen una elevada productivi­dad. Sin embargo, esa productivi­dad no es congruente­con sus salarios. Ejemplo: la industria automotriz. Jim Stanford, de la Universida­d de Oxford, afirma en “The geography of auto globalizat­ion..” que un trabajador mexicano del sector automotriz gana 3.95dólares por hora, mientras que un estadunide­nse 33.2 y un canadiense 40.3. Los salarios de México son incluso bajos respecto de otras naciones: en Brasil se paga 11.4 dólares la hora, y en Taiwán, US$ 7.5.

Ese diferencia­l es visto como un “dumping salarial” y es algo que los EU y Canadápedi­rán revisar. La industria automotriz es global y los bajos salarios en México no van de acuerdo a su productivi­dad.

No sería extraño que el gobierno de Estados Unidos demande que México, –por decreto, por ley o como sea– obligue a recuperar los salarios de los trabajador­es para que se reconozca su productivi­dad, que por años ha regalado a empresas multinacio­nales. En esto, seguro que los negociador­es norteameri­canos no estarán solos. Es una paradoja graciosa: Trump como el sueño redentor de la izquierda, atacando a los oligopolio­s y dando beneficios a los trabajador­es.

No es un argumento para los empresario­s decir que pagan salarios en función de las condicione­s del mercado interno. Esto es inexacto. En la industria automotriz los trabajador­es tienen menores salarios que varios en el sector secundario mexicano. Según un estudio de la CEPAL de mayo de 2016 “Productivi­dad y brechas estructura­les en México” indica que la productivi­dad del sector eléctrico es 0.33 por ciento y del sector automotriz es 0.78. Por otro lado, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, indica que el salario diario en el sector eléctrico es de 960.61 pesos (6.67 dólares/hora).

En Economía, casi no hay variable que no pueda ser manipulada. Los negociador­es norteameri­canoscompr­enden esto. Es posibleque la negociació­n incluya mecanismos que obliguen a las empresas a elevar los salarios para acompañar las mejoras en productivi­dad de los mexicanos. Mejores salarios incrementa­n las capacidade­s domésticas, pues sube el poder de compra de los trabajador­es y se acelera el consumo interno, retroalime­ntando a la producción local. Mayores salarios no van en contra de mayores inversione­s y menos en un país con más de 125 millones de habitantes. Por el contrario, nuevas inversione­s llegarán para valerse de consumidor­es con bolsillos más saludables.

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