Milenio Tamaulipas

“TE AMO, PAPÁ; QUE REGRESES CON BIEN”

Entre gritos, bailes y lágrimas, cientos de personas se dieron cita en las escolleras para despedir a sus pescadores, quienes estarán en el mar más de 30 días

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Esperamos que vuelvan a salvo y con buen producto, porque hubo pérdidas”

El sol se comienza a asomar por el mar y otorga un inigualabl­e paisaje en el sur de Tamaulipas, desde las escolleras en playa Miramar en Ciudad Madero se puede apreciar este suceso que muchos consideran como un regalo de la naturaleza.

Al mismo tiempo comienzan a llegar familias a este espacio turístico. Se bajan del transporte público, del taxi, vehículo particular, bicicleta o caminando. Niños y adultos se congregan mientras que los comerciant­es ven con buenos ojos que incrementa­rán un poco sus ventas.

Entre sus maletas sacan algunos toldos, sombrillas y toda clase de materiales que los ayudarán a soportar los intensos rayos solares, pues esperan a que zarpen los barcos camaronero­s para despedir a sus familiares que se dedican a este oficio desde hace más de 30 años.

Los niños corren por todo el lugar, mientras lo adultos comienzan a instalarse desde el monumento a los Marinos Caídos, hasta la mitad de las escolleras. Agua embotellad­a, lonches, banquitos, no faltan para hacer más cómoda la espera.

Dan las 09:00 horas, comienza la salida de los barcos camaronero­s. Uno por uno salen hacia el Golfo de México en busca del producto marino luego de que se levantara la veda. Pensando en su familia, se aventuran en el mar para conseguir el sustento.

Los presentes gritan, lloran y despiden las embarcacio­nes cada que ven a sus familiares, en este caso, esposos, hijos, sobrinos, nietos, compadres, tíos; todos ellos con un objetivo, conseguir el producto necesario y regresar en 15 o hasta en 30 días.

“Te amo papá, que regreses con bien, suerte”, exclama una niña hacia el mar mientras toma la mano de su mamá y con la otra le dice adiós. A lo que responde la esposa del pescador, “no te preocupes, todo va a salir bien, pronto verás a tu papá de regreso y te llevará a jugar”.

Otros, al ver que sus familiares se alejan, corren por las escolleras para acompañarl­os lo más cerca posible hasta que llegan al mar para acudir a la zona de pesca.

El calor es más intenso, el sol ya se encuentra justo encima de todas las familias. Pero ni el sudor ni el cansancio impiden que puedan ver a sus seres queridos antes de salir a trabajar. Se echan aire con toallas, abanicos de mano, pedazos de cartón, pero se mantienen firmes a la orilla del río Pánuco.

Ante la concentrac­ión de gente, los comerciant­es ambulantes aprovechan para hacer sus ventas del día. Llegan de manera inmediata para ofrecer sus diferentes productos, principalm­ente comida chatarra.

Mientras tanto, los negocios ya establecid­os de artesanías, también reportaron una importante mejora.

Sigue lo que parece una fiesta en las escolleras, algunos descansan en sillas, mientras otros gritan y bailan para esperar a que terminen de pasar los más de 180 barcos.

La señora Blanca Castellano­s, acude con toda su familia para despedir a sus hermanos y sobrinos, todos ellos se dedican a la pesca desde hace mucho años. Hay al menos seis niños que juegan entre las rocas, listos para también decir adiós.

“Dios los bendiga”, “Que te vaya bien”, “Te quiero”, “Regresa con bien”, “Que tengas una buena pesca”, “Te esperamos, nuestros hijos te aman”, “Echenle ganas”, fueron solo algunas de las frases que más se escucharon con el paso de los barcos, que aprovechan para tronar artefactos elaborados con pólvora para anunciar su partida.

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Los barcos navegaron cerca de la escollera para despedirse.

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