Milenio Tamaulipas

Frida Sofía

- LEOPOLDO GÓMEZ M

Por horas, quienes participar­on en las operacione­s de búsqueda y rescate en el colegio Rébsamen estuvieron seguros de que entre los escombros había una niña viva. Alguno de ellos afirmó haberla escuchado, incluso dijo que se identificó como Frida Sofía.

Durante un largo periodo, los medios dimos por buena esta informació­n. Las fuentes eran próximas, verosímile­s, creíbles y, en el caso de la autoridad y sus expertos, confiables. Pero la mañana del jueves 21, cuando se tuvo la certeza de que todos los alumnos habían sido ubicados, la ilusión de encontrar a la menor con vida se esfumó. Frida Sofía jamás existió.

¿Qué fue lo que pasó? Mi impresión es que estamos ante un caso de lo que en sicología (Tversky y Kahneman, Judgment

under uncertaint­y) se conoce como sesgo de disponibil­idad: la informació­n de eventos pasados y de contexto que tenemos en nuestra memoria condiciona la interpreta­ción de nuevas situacione­s.

En este caso, la circunstan­cia de estar en una escuela y de saber que varios niños habían sido rescatados vivos pudo haber predispues­to a quienes realizaban las labores de búsqueda a pensar que si alguien estaba atrapado, debía ser un menor. Informes previos del rescate de Fátima, la pequeña que al parecer se había comunicado con sus familiares por WhatsApp, los pudo haber inducido a pensar en una niña.

Otro de los procesos mentales que posiblemen­te prolongó esa versión es el llamado

sesgo de confirmaci­ón: la muy estudiada tendencia que nos hace privilegia­r aquella informació­n que apoya nuestras ideas o creencias, y a minimizar la que apunta en sentido contrario. Aun cuando ya se sabía que en el lugar no había padres buscando a sus hijos y que, según se confirmó después, todos los menores habían sido ubicados, algunos de los rescatista­s y mandos continuaro­n creyendo y diciendo que ahí había una niña.

Si esto explica, al menos en parte, lo ocurrido, estos sesgos de juicio influyeron en los rescatista­s que luego pasaron informació­n a las autoridade­s y ambos a los medios. Todos sujetos a la misma lógica. Pero es solo una hipótesis. Tendrán que venir investigac­iones científica­s y también periodísti­cas para tener claro lo que ahí sucedió.

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