El helipuerto de Nuevo León 238 y el temblor
William Jensen vive desde hace años en el número 144 de la calle de Quintana Roo, en la colonia Condesa, atrás de un edificio de oficinas en avenida Nuevo León 238. El edificio de Nuevo León fue ampliado en tiempos recientes. Primero fueron pisos extras. Y después algo peor. Todo sin permiso alguno.
Jensen primero pensó que estaban construyendo un roof garden. Pero a pocos metros de la entrada a su casa lo que había era un helipuerto. Un helipuerto.
La delegación Cuauhtémoc y el Invea pegaron sellos de clausura a los meses de iniciados los trabajos, pero el edificio continuó funcionando como si nada. La construcción del helipuerto, como si nada. La delegación prometió demolerlo. Nada.
Hasta el 19 de septiembre. El helipuerto dañó Avenida Nuevo León 238 al grado de que se evacuó. Protección Civil llegó, puso una tira roja de plástico en la puerta y se fue. En los edificios contiguos, en Nuevo León 230 y 240, no dejó ni un papel. Solo una tira amarilla donde cayó algo de loza. 230 y 240, según autoridades, no tienen daño estructural, a pesar de que el 238, en medio, ya fue evacuado.
Ni Jensen ni sus vecinos se enteraron de manera oficial del peligro. Se enteraron por accidente que el 238 estaba en riesgo porque el domingo por la noche, cinco días después del temblor, había camiones de mudanza y personas saliendo de ahí a toda prisa con muebles.
El edificio se podía desplomar y ni delegación ni gobierno decían algo. Hoy, semana y media después del temblor, siguen sin tener información oficial sobre el estado físico de Nuevo León 238. En Quintana Roo 144 todavía hay familias, pues ningún funcionario les ha dicho que se salgan, aunque Nuevo León 238 tiene fallas de estructura.
Lo único que saben los vecinos de los tres edificios es que sus hogares, por sí solos, no están en riesgo. Hasta ahí. Del edificio con el helipuerto ilegal, en medio de todos ellos, no saben nada porque la autoridad guarda total y absoluto silencio.
¿Cuántos casos más no habrá así en Ciudad de México?