Milenio Tamaulipas

UNAM recupera control de centro de acopio

- Elba Mónica Bravo/México

organizan, cocinan, despachan y hasta cuidan los alimentos gratuitos que se ofrecen en los 39 comedores comunitari­os a los damnificad­os de los simos

En la zona de desastres de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, el matriarcad­o se hace valer a toda ley en cuanto a la operación de los 39 comedores comunitari­os se refiere. Las mujeres son quienes organizan, cocinan, despachan y hasta cuidan los alimentos gratuitos que ahí se ofrecen a los damnificad­os de los sismos del 7 y 19 de septiembre pasados.

La mayoría de los lugareños que acuden a esos lugares comentan que no reciben ayuda ni apoyo de los gobiernos estatal y federal; los comedores se crearon por una iniciativa ciudadana y gracias al financiami­ento del pintor Francisco Toledo, quien ha sido el principal benefactor de la gente más humilde de Oaxaca.

La ayuda del artista plástico siempre ha sido altruista, sin protagonis­mos, ni publicidad; por el contrario, se ha caracteriz­ado por tener un estilo sobrio y austero.

“De lo que se trata es de mitigar el hambre de nuestra gente que lo perdió todo después del terremoto del 7 de septiembre y la onda sísmica del 19”, explica José Luis quien, a través de un corrido musical, reprocha la falta de acción de la presidenta municipal Gloria Sánchez.

“Prácticame­nte dejó el puesto al ser rebasada por la emergencia, porque ya está blindada con el recurso de los ventilador­es”, critica en la canción.

En los comedores se sirve arroz con pollo, tamales de maíz negro, huevos al gusto, café y pan de desayuno, refiere Micaela, una de las voluntaria­s en el lugar.

“Las cocinas están al aire libre, sobre la vía pública, bajo lonas y plásticos. La gente se acomoda, se sienta en banquitos, sillas o hasta en la banqueta para recibir sus alimentos. A veces la lluvia moja el carbón con el que cocinan, pero ni eso nos quita las ganas de alimentar a nuestra gente”, comenta.

Francisco Toledo tiene más de 30 años que salió de Juchitán, pero su presencia se mantiene, al igual que el respeto que le tiene su pueblo. Su hija Natalia es quien lo representa y apoya en la zona de desastre.

Cada comedor tiene la capacidad para atender a 200 personas y aunque hay que hacer fila, vale la pena la espera, “porque el sazón que tienen las jefas de familia siempre sana el alma”. En Juchitán hay réplicas de los sismos y lluvias todos los días, a veces no cesa durante el día o la noche, lo que hace más grave la situación, ya que la gente convive y duerme en las calles. “Lo primero que se siente al amanecer es el agua estancada sobre nuestros pies”.

Los zapotecas siguen pidiendo ayuda para comer, además de dinero, pues también se quedaron sin trabajo. Unidos, platicando y conviviend­o, buscan retomar fuerzas para salir adelante y olvidar todo lo que ha pasado.

Los habitantes de esas colonias solicitan que bajen los precios de los combustibl­es, porque traer la ayuda de lejos a los pueblos cuesta caro.

“Si pudiéramos dirigirnos al gobierno o a la presidenta municipal, les exigimos que nos apoyen, porque el viaje sale muy caro, el flete nos cobra hasta 10 mil pesos, y si bajaran el costo del combustibl­e, saldrá más barato y llegará más ayuda”.

A u vez, autoridade­s de los gobiernos estatal y federal en la comisión gubernamen­tal antidesast­re reportan que ya han repartido 17 mil lonas y que en las próximas horas distribuir­án más de 2 mil 500, aunque la demanda es alta, porque se estima que son más de 35 mil las familias que están en las calles y bajo la lluvia.

La Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) retomó el control del centro de acopio ubicado en el Estadio Olímpico Universita­rio, luego de que en asamblea conjunta de estudiante­s y las personas que habían desplazado la ayuda universita­ria se decidió su entrega.

Autoridade­s de la UNAM informaron que en el Estadio de CU quedaron alrededor de 25 toneladas que serán enviadas en dos camiones a la delegación Xochimilco y a Morelos, por lo que solicitaro­n a los estudiante­s que acompañen en el viaje al personal para constatar la entrega.

La noche del martes, personas ajenas a la Universiad tomaron el control del centro de acopio con el argumento de que no existía transparen­cia; sin embargo, la UNAM no presentará ninguna denuncia penal.

Alrededor de las 9 de la mañana, y luego de una asamblea entre universita­rios con el grupo que tomó control del centro de acopio, se decidió entregar las instalacio­nes al director de Prevención y Protección Civil de la UNAM, Eduardo Cacho.

En tanto, estudiante­s de las Facultades de Ciencias, de Ciencias Políticas y Sociales, y de Filosofía y Letras, entre otras, mantendrán centros de acopio, mientras definen en sus asambleas si reinician clases el 3 de octubre.

La UNAM informó en un comunicado que “el centro de acopio cierra sus puertas a partir de hoy (jueves), aunque se continuará recibiendo ayuda en las distintas escuelas y facultades que participan en brigadas de apoyo”.m

Los lugareños acusan que no reciben ayuda ni apoyo de los gobiernos estatal y federal

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