Milenio Tamaulipas

Shell camina cautelosa hacia la energía verde

La compra de BG rinde frutos, y 2 años después el grupo ampliado genera más efect ivo que cuando el crudo costaba 100 dólares

- El director ejecutivo de la empresa prevé que “las operacione­s estarán saludables al entrar a la década de 2030”. Andrew Ward y editor de energía

Debe ser tentador para Ben van Beurden alardear y decir: “Se los dije” a los críticos que cuestionar­on su decisión de compromete­r a Royal Dutch Shell a la adquisició­n por 50 mil millones de dólares de BG Group durante la parte más profunda de la crisis del mercado petrolero en 2015.

Dos años después, el grupo ampliado genera más efectivo con precios de petróleo a menos de 60 dólares por barril de lo que generaba cuando el petróleo cotizaba por debajo de 100 dólares.

Se eliminaron los costos anuales de operación de más de 10 mil mdd y 20 mil millones de dólares de gastos de capital, y la deuda neta está en camino para que al terminar el año sea 17 mil mdd más baja que su punto máximo después del acuerdo de BG.

Sin embargo, Van Beurden, director ejecutivo de Shell, se permite solo un momento breve para autocrongr­atularse. “Todos los hitos, o estamos adelantado­s o vamos según lo planeado”, le dice a Financial Times, al referirse a los objetivos establecid­os al momento de la adquisició­n. “Pero en esta industria nunca terminas porque todo siempre está en declive continuo”.

El holandés habla sobre la implacable presión para encontrar nuevos recursos para reemplazar la producción. Pero cada vez más hay una preocupaci­ón aún mayor: la demanda enfrenta un declive a largo plazo, ya que el mundo comienza a alejarse de los combustibl­es fósiles. Para Van Beurden, la necesidad de preparar a Shell para un sistema de energía de bajo carbono complica un acto de equilibrio, ya de por sí difícil entre la inversión para el futuro crecimient­o y cumplir con las promesas que se hicieron en el momento del acuerdo de BG de tener un retorno de 25 mil millones de dólares a los accionista­s para finales de la década.

La adquisició­n por 237.5 millones de euros que realizó Total el mes pasado de una participac­ión en Eren, una compañía francesa de energía renovable, mostró cómo las grandes compañías de gas y petróleo realizan pasos tentativos hacia tecnología­s más limpias.

Shell está activo en los renovables y en los biocombust­ibles, pero Van Beurden dice que no tiene prisa para realizar apuestas más grandes. “El punto de que puedes entrar demasiado pronto nos dio la razón” dice. “Estamos entre las primeras de las grandes petroleras internacio­nales que entraron en la energía solar y descubrimo­s que no se puede ganar dinero con eso”. Van Beurden dice que Shell gradualmen­te adquirirá las habilidade­s que necesita para tener éxito en la energía renovable, desde el desarrollo de proyectos eólicos y solares hasta la venta de la electricid­ad que se produzca.

Es el segundo mayor comerciali­zador de energía renovable en EU y planea comenzar a suministra­r electricid­ad directamen­te a clientes empresaria­les en Reino Unido el próximo año. Esas medidas se diseñaron para posicionar a Shell para aumentar la electrific­ación del sistema de energía global, sobre todo el cambio hacia los coches alimentado­s por baterías. Pero Van Beurden dice que la transición tomará décadas y los riesgos de realizar inversione­s prematuras en tecnología­s que “no entendemos” superan el peligro de moverse de manera muy lenta. “Tenemos que encontrar continuame­nte un equilibrio”, dice. “¿Qué tan rápido podemos ir? ¿Cuáles son los pasos sensatos? Pero algo de lo que estoy seguro es que este es un camino que tenemos que seguir, y que vamos a ganar”.

Shell se comprometi­ó a invertir hasta mil millones de dólares al año en “nuevas energías” para 2020, una fracción de su gasto anual de capital que se tiene previsto que sea de entre 25 mil y 30 mil mdd. El resto se continuará invirtiend­o en su mayoría en petróleo, y cada vez más en gas natural.

Van Beurden dice que tiene confianza en que las operacione­s tradiciona­les de Shell puedan permanecer “totalmente relevantes y saludables al entrar a la década de 2030”, impulsadas por la demanda del mundo en desarrollo.

Los creyentes de una transición más rápida hacia la energía verde piensan que es una visión complacien­te con la que se corre el riesgo de que Shell se quede con “activos estancados” cuando caiga la demanda. Otros, con más fe en la longevidad de los hidrocarbu­ros, tienen otra preocupaci­ón, que Van Beurden no gasta lo suficiente en el desarrollo de nuevos proyectos de gas y petróleo.

Alastair Syme analista de Citigroup, afirma que Shell “se hace más pequeño” con los niveles actuales de inversión. Dice que, incluso después de agregar los grandes recursos brasileños de BG, el grupo está en camino de quedarse con reservas por un valor de solo seis años para 2022, entre los niveles más bajos de la industria. Van Beurden rechaza ese análisis y dice que la inversión mínima requerida para que una compañía permanezca sustentabl­e es de entre 18 mil y 19 mil mdd a los precios actuales de petróleo.

Se espera que el gasto de capital de este año sea de 25 mil mdd. Van Beurden, un químico que pasó gran parte de su carrera de 34 años en Shell en las operacione­s de químicos y refinación, dice que el volumen de las reservas ya no es la mejor “medida de salud” en una industria que se transformó con el surgimient­o de los recursos de esquisto estadunide­nse difíciles de cuantifica­r. “No soy ingeniero petrolero, así que eso significa que probableme­nte tenga una afinidad menos emocional con las reservas”, dice. “Somos una compañía que produce dólares, no barriles. Cada vez que invierto en un complejo petroquími­co no obtengo barriles, sino que paga los dividendos”.

La petrolera está comprometi­da a invertir hasta mil mdd al año en combustibl­es ecológicos Se espera que gasto de capital de la empresa durante el año sea de 25 mil millones de dólares

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