Shell camina cautelosa hacia la energía verde
La compra de BG rinde frutos, y 2 años después el grupo ampliado genera más efect ivo que cuando el crudo costaba 100 dólares
Debe ser tentador para Ben van Beurden alardear y decir: “Se los dije” a los críticos que cuestionaron su decisión de comprometer a Royal Dutch Shell a la adquisición por 50 mil millones de dólares de BG Group durante la parte más profunda de la crisis del mercado petrolero en 2015.
Dos años después, el grupo ampliado genera más efectivo con precios de petróleo a menos de 60 dólares por barril de lo que generaba cuando el petróleo cotizaba por debajo de 100 dólares.
Se eliminaron los costos anuales de operación de más de 10 mil mdd y 20 mil millones de dólares de gastos de capital, y la deuda neta está en camino para que al terminar el año sea 17 mil mdd más baja que su punto máximo después del acuerdo de BG.
Sin embargo, Van Beurden, director ejecutivo de Shell, se permite solo un momento breve para autocrongratularse. “Todos los hitos, o estamos adelantados o vamos según lo planeado”, le dice a Financial Times, al referirse a los objetivos establecidos al momento de la adquisición. “Pero en esta industria nunca terminas porque todo siempre está en declive continuo”.
El holandés habla sobre la implacable presión para encontrar nuevos recursos para reemplazar la producción. Pero cada vez más hay una preocupación aún mayor: la demanda enfrenta un declive a largo plazo, ya que el mundo comienza a alejarse de los combustibles fósiles. Para Van Beurden, la necesidad de preparar a Shell para un sistema de energía de bajo carbono complica un acto de equilibrio, ya de por sí difícil entre la inversión para el futuro crecimiento y cumplir con las promesas que se hicieron en el momento del acuerdo de BG de tener un retorno de 25 mil millones de dólares a los accionistas para finales de la década.
La adquisición por 237.5 millones de euros que realizó Total el mes pasado de una participación en Eren, una compañía francesa de energía renovable, mostró cómo las grandes compañías de gas y petróleo realizan pasos tentativos hacia tecnologías más limpias.
Shell está activo en los renovables y en los biocombustibles, pero Van Beurden dice que no tiene prisa para realizar apuestas más grandes. “El punto de que puedes entrar demasiado pronto nos dio la razón” dice. “Estamos entre las primeras de las grandes petroleras internacionales que entraron en la energía solar y descubrimos que no se puede ganar dinero con eso”. Van Beurden dice que Shell gradualmente adquirirá las habilidades que necesita para tener éxito en la energía renovable, desde el desarrollo de proyectos eólicos y solares hasta la venta de la electricidad que se produzca.
Es el segundo mayor comercializador de energía renovable en EU y planea comenzar a suministrar electricidad directamente a clientes empresariales en Reino Unido el próximo año. Esas medidas se diseñaron para posicionar a Shell para aumentar la electrificación del sistema de energía global, sobre todo el cambio hacia los coches alimentados por baterías. Pero Van Beurden dice que la transición tomará décadas y los riesgos de realizar inversiones prematuras en tecnologías que “no entendemos” superan el peligro de moverse de manera muy lenta. “Tenemos que encontrar continuamente un equilibrio”, dice. “¿Qué tan rápido podemos ir? ¿Cuáles son los pasos sensatos? Pero algo de lo que estoy seguro es que este es un camino que tenemos que seguir, y que vamos a ganar”.
Shell se comprometió a invertir hasta mil millones de dólares al año en “nuevas energías” para 2020, una fracción de su gasto anual de capital que se tiene previsto que sea de entre 25 mil y 30 mil mdd. El resto se continuará invirtiendo en su mayoría en petróleo, y cada vez más en gas natural.
Van Beurden dice que tiene confianza en que las operaciones tradicionales de Shell puedan permanecer “totalmente relevantes y saludables al entrar a la década de 2030”, impulsadas por la demanda del mundo en desarrollo.
Los creyentes de una transición más rápida hacia la energía verde piensan que es una visión complaciente con la que se corre el riesgo de que Shell se quede con “activos estancados” cuando caiga la demanda. Otros, con más fe en la longevidad de los hidrocarburos, tienen otra preocupación, que Van Beurden no gasta lo suficiente en el desarrollo de nuevos proyectos de gas y petróleo.
Alastair Syme analista de Citigroup, afirma que Shell “se hace más pequeño” con los niveles actuales de inversión. Dice que, incluso después de agregar los grandes recursos brasileños de BG, el grupo está en camino de quedarse con reservas por un valor de solo seis años para 2022, entre los niveles más bajos de la industria. Van Beurden rechaza ese análisis y dice que la inversión mínima requerida para que una compañía permanezca sustentable es de entre 18 mil y 19 mil mdd a los precios actuales de petróleo.
Se espera que el gasto de capital de este año sea de 25 mil mdd. Van Beurden, un químico que pasó gran parte de su carrera de 34 años en Shell en las operaciones de químicos y refinación, dice que el volumen de las reservas ya no es la mejor “medida de salud” en una industria que se transformó con el surgimiento de los recursos de esquisto estadunidense difíciles de cuantificar. “No soy ingeniero petrolero, así que eso significa que probablemente tenga una afinidad menos emocional con las reservas”, dice. “Somos una compañía que produce dólares, no barriles. Cada vez que invierto en un complejo petroquímico no obtengo barriles, sino que paga los dividendos”.
La petrolera está comprometida a invertir hasta mil mdd al año en combustibles ecológicos Se espera que gasto de capital de la empresa durante el año sea de 25 mil millones de dólares