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Nobel retorna al terreno literario; para cuando Kazuo Ishiguro recibió el anuncio, ya era noticia en medio mundo

El escritor británico nacido en Japón, en 1954, declaró ayer que “el mundo afronta incertidum­bre sobre sus valores, liderazgo y su seguridad”

- Agencias/Londres

El escritor británico de origen japonés Kazuo Ishiguro, ganador del Premio Nobel de Literatura 2017, expresó ayer el deseo, desde su domicilio londinense, de que este reconocimi­ento ayude a “unir a las personas a nivel internacio­nal”.

En una improvisad­a rueda de prensa celebrada en el jardín de su residencia del norte de Londres, el autor, de 62 años, explicó que “vivimos un periodo de la historia donde todo el mundo se está mirando a sí mismo y las personas en sus comunidade­s intentan separarse. Estamos en peligro de perder una visión internacio­nalista del mundo y creo que algo como el Premio Nobel ayuda a unir a las personas a nivel internacio­nal”, reflexionó el novelista.

El autor de Los restos del día (1989), una de sus obras más destacadas, confió en que recibir este “enorme honor” pueda, de alguna manera, “alentar a las fuerzas del bien y de la paz”. Señaló que recibir el galardón ha sido algo “maravillos­o y totalmente inesperado”, y confesó que se siente “avergonzad­o” al haber sido condecorad­o con el galardón más relevante de la literatura “al haber tantos grandes autores vivos a los que no se lo han dado”.

El Nobel le llega, explicó, “en un momento en el que el mundo afronta incertidum­bre sobre sus valores, liderazgo y su seguridad. De una manera muy pequeña, confío en que algunos de los temas que he intentado abordar en mi obra —sobre historia, no ya solo sobre mi memoria personal, sino sobre la manera en que países, naciones y comunidade­s recuerdan su pasado y sobre con cuánta frecuencia entierran los recuerdos incómodos— sean de ayuda al clima que tenemos actualment­e”, argumentó.

Autor de ocho obras, en su trayectori­a se percibe la predilecci­ón por temas como la memoria, el tiempo y el autoengaño, según recordó ayer la Academia sueca, que premió la “fuerza emocional” de su escritura y el haber descubiert­o “el abismo más allá de nuestro ilusorio sentimient­o de conexión con el mundo”.

Con obras como Nunca me abandones y El gigante enterrado, Ishiguro ha analizado “cómo la memoria se relaciona con el olvido, la historia con el presente y la fantasía con la realidad”, según la decisión de la Academia.

Nacido en Nagasaki, en 1954, Ishiguro vivió en Japón hasta los cinco años y en 1960 su familia se trasladó al Reino Unido, donde estudió Filología Inglesa y Filosofía en la Universida­d de Kent.

En declaracio­nes posteriore­s, la secretaria permanente de la Academia Sueca, Sara Danius, consideró a Ishiguro “un novelista brillante” que ha desarrolla­do su propia estética y “un magnífico artista de la lengua. Si mezclas a Jane Austen y a Franz Kafka, tienes a Kazuo Ishiguro. Tienes que añadir también un poco de Marcel Proust en la mezcla”, dijo Danius.

Si en 2016 la Fundación Nobel distinguió por primera vez el reportaje periodísti­co de la bielorrusa Svetlana Alexiévich, y el año pasado traspasó el umbral de la literatura convencion­al con el cantautor estadunide­nse Bob Dylan, ahora ha regresado al campo más puramente literario pero ha optado por un autor que no figuraba en las quinielas previas.

Clásicos como el keniano Ngugi Wa Thiong’o, el israelí Amos Oz, el sirio Adonis o el japonés Haruki Murakami eran los nombres que dominaban todos los pronóstico­s, pero la Academia ha preferido al británico.M

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BEN STANSALL/AFP

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