Milenio Tamaulipas

LOS APLAUSOS NO SON VOTOS

- Carlos Marín cmarin@milenio.com

Afirmó ayer José Antonio Meade en el Senado: “En el 2012 voté por el presidente Peña Nieto” y, obvio, provocó un largo y estruendos­o aplauso de la bancada priista. El balón para que metiera gol se lo puso el morenista Zoé Robledo, al preguntarl­e lo que nadie nunca podrá saber: si el presidenci­able secretario dijo una mentira contumaz. Sin embargo, pese a las palmas, los astros no se le seguirán alineando a Meade para guiarlo hacia Los Pinos con solo dejarse ver a través del empañado y gélido cristal de las finanzas públicas, en vez del claro y cálido compromiso con la población tan común y corriente como la damnificad­a. Si no se anima con Agustín Carstens a utilizar una parte ínfima de las reservas internacio­nales para solventar sin dilación los costos del desastre y despresuri­zar así consecuenc­ias sociales no deseadas, bien puede... aumentar la deuda pública. De ser él a quien designe Peña Nieto, poco ganará Meade en las urnas aferrándos­e a una rígida política hacendaria mientras, durante meses o años, cientos de miles de damnificad­os continúen viviendo a la intemperie.

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