OHL, a solo un paso de ser constructor en el aeropuerto
Tras dos años sin ganar concursos, la española y socios mexicanos se colocan en primer lugar de la licitación para el Centro Intermodal de Transporte
En la licitación pública internacional para la construcción del Centro Intermodal de Transporte Terrestre (CITT) del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, el consorcio encabezado por el poderoso grupo italiano Astaldi SPA, que afirmaba: “Esta obra es mía”, quedó descalificado a pesar de su atractiva oferta económica, igual que otro grupo desconocido.
Esto abrió la posibilidad de triunfo a OHL y socios mexicanos, después de dos años de no ganar concursos. Su oferta económica pasó del tercer lugar al primero, con una diferencia de mil millones de pesos respecto a su competidor Sacyr, también de origen español, y solo espera el resultado sobre su propuesta técnica.
El 31 de octubre, de acuerdo con la convocatoria de la licitación, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) adjudicará la construcción del CITT al conocerse el ganador de la oferta técnica. La decisión puede contaminarse por temas electorales, igual que sucedió con la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
La etapa económica fue supervisada por Francisco Reyes, representante del Órgano Interno de Control; Fausto Sergio Saldaña, de la Academia de Contratación Pública de México y testigo social designado por la Secretaría de la Función Pública; Fernando Barrita, corredor público número 8 en Ciudad de México, y Carla Mabama, de la empresa estadunidense Parsons, en cumplimiento con las reglas de transparencia, ética e integridad de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Hasta ahora el nuevo aeropuerto hizo públicas 228 contrataciones de obra que involucran inversiones por 125 mil 800 millones de pesos; 96.5 por ciento es por licitación pública. Este año están en concurso 20 proyectos por 35 mil millones de pesos aproximadamente, y se alcanzará 85 por ciento del valor de toda la construcción aeroportuaria.
Más de 160 empresas nacionales y extranjeras ya están involucradas en las 30 obras en ejecución dentro del nuevo aeropuerto. OHL no está en ninguna de ellas, mientras que Sacyr ya participa en la losa de cimen- tación del Centro de Transporte Terrestre.
La licitación que está por finalizar es para construir en un área de 81 mil 640 metros cuadrados el Centro Intermodal de Transporte Terrestre, que albergará los cajones de estacionamiento, los espacios de operación de autobuses, las estaciones del Metrobús y el Metro, las zonas de alquiler de automóviles y las áreas comerciales. En total, 280 mil metros cuadrados de construcción con un complejo de cuatro pisos.
A la convocatoria se registraron 11 corporativos, entre ellos Operadora Cicsa —de Carlos Slim—, junto con ICA Constructora, y el grupo italiano Astaldi SPA, que pretendió posicionarse de forma agresiva en el mercado mexicano de construcción. Su propuesta económica así lo demostró: 5 mil 222 millones de pesos.
La descalificación
Los italianos y un grupo desconocido llamado Gaype/Matal-Tech, que presentó la oferta económica más baja, con 3 mil 719 millones de pesos, fueron descalificados el 6 de octubre, al darse los resultados de la primera etapa, por no cumplir con todos los requisitos, entre ellos información administrativa obligatoria del Servicio de Administración Tributaria y del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Por esa razón, OHL, junto con Constructora de Proyectos Viales de México, Consorcio de Ingenieros Constructores, FR Estructuras y Álvarez Ferreira Procuradores Técnicos y Asociados, pasó del tercero al primer lugar, con su propuesta de 6 mil 81 millones de pesos. Ganaron la calificación más alta de 50 puntos.
El proceso de licitación cobró importancia en el sector por tres elementos centrales: la descalificación de Astaldi y la competencia en la etapa técnica de OHL con otra española, Sacyr; esta última ofertó mil millones más, para llegar a 7 mil 113 millones de pesos. Esta empresa se alió con Pemex en el pasado para presionar cambios en la petrolera española Repsol, pero fracasaron.
Un tercer elemento tiene que ver con la renegociación del TLC, que, al ampliar los plazos hasta 2018, corre el riesgo de contaminación política ante los procesos electorales en Estados Unidos y México, sobre todo porque en el país se espera que la bandera de corrupción sea central para sacar al PRI de Los Pinos.