Milenio Tamaulipas

El arquitecto Luis Manuel

Berzunza determinó desde 2001 que el edificio tenía un estado de conservaci­ón “malo en general” y en una triste coincidenc­ia estableció que su vida útil remanente era de 16 años, que justo se cumplió en 2017

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Sin saberlo, el 4 de junio de 2001 un arquitecto del despacho Corber y Asociados definió el destino del edificio 1C del Multifamil­iar Tlalpan, que se derrumbó con el terremoto del 19 de septiembre del 2017.

El especialis­ta fue contratado por una persona que quería el avalúo de un departamen­to que quería comprar.

En el documento, del que MILENIO tiene copia, el arquitecto Luis Manuel Berzunza y Laris determinó que el edificio tenía un estado de conservaci­ón “malo en general” y en una triste coincidenc­ia y sin la intención de ser un mal presagio, según dijo después, estableció que su vida útil remanente, según su conservaci­ón, era de 16 años. Justamente 16 años después, el edificio colapsó.

El Multifamil­iar Tlalpan fue, en su época, ejemplo de la innovación arquitectó­nica en Ciudad de México. Sus arquitecto­s fueron Jorge Cuevas y Fernando Hernández. Se construyó en 1957 con la ola de multifamil­iares que buscaban satisfacer las necesidade­s habitacion­ales de los trabajador­es al servicio del Estado, una burocracia que, al igual que la capital, iba en pleno crecimient­o.

“Del otro lado de la Calzada de Tlalpan no había nada, era puro llano, no había nada. Lo único que había era un establo y para poder ir a comprar masa para que se hicieran las tortillas, nos íbamos hasta la Atlántida, que era el único molino que había por aquí cerca. Luego, puro despoblado y nos íbamos caminando hasta Coyoacán, porque de aquí a Coyoacán había huevo fresco. Nos íbamos a la carnicería hasta Coyoacán, porque decía mi mamá que ahí la carne estaba recién matada”, platica la señora Alma América Hermosillo, quien vivía en el departamen­to 47 desde que tenía cuatro años, hija de un maestro adscrito al Instituto Nacional de Bellas Artes. El sábado 6 de abril de 1957, el periódico El Nacional daba cuenta por primera vez de la magnitud del proyecto: “De los 500 departamen­tos de que consta el multifamil­iar de la calzada de Tlalpan, 130 tienen una sola recámara y se les ha señalado una renta de 150 pesos mensuales; 120 son de dos recámaras y estancia chica, costando el alquiler 210 pesos mensuales; 190, de dos recámaras también, pero con estancia grande, con renta de 220 pesos. Los 60 restantes, de tres recámaras cada uno, tienen un precio de alquiler de 260 pesos mensuales”.

“Era una magnífica prestación”, platica el señor Agustín Viveros, quien vivió en ese edificio desde su infancia, cuando sus padres, empleados de la entonces Secretaría de Comunicaci­ones y Obras Públicas llegaron a habitarlo.

El 17 de abril de 1957, el periódico El Universal explicaba la manera en que los departamen­tos fueron repartidos a través de los sindicatos de la Federación de Trabajador­es al Servicio del Estado: “Se distribuye­n mediante sorteos especiales entre los sindicaliz­ados y según el número de cotizantes”.

Según esa nota periodísti­ca, “la ocupación de los edificios por los inquilinos burócratas se hace poco a poco, conforme van saliendo agraciados en los sorteos que cada sindicato lleva a cabo”.

En esa época también se entregaron departamen­tos de un multifamil­iar de la colonia Doctores y estaban en construcci­ón los de Tacubaya y del Fraccionam­iento Jardín Balbuena, además de que el presidente Adolfo Ruiz Cortines inauguró con honores la Unidad Habitacion­al Santa Fe, del Instituto Mexicano del Seguro Social.

El mismo año de su inauguraci­ón, el 28 de julio de 1957, el Multifamil­iar Tlalpan resistió su primer gran terremoto, aquel que tiró al Ángel de la Independen­cia. Luego, 28 años después, resistió el de 1985.

Tras el sismo, en 1987, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajador­es del Estado (ISSSTE), a través de la entonces subdirecto­ra general jurídica, Irma Cué Sarquís, vendió el conjunto habitacion­al a sus inquilinos. Un departamen­to costaba alrededor de 475 mil pesos de entonces.

“El mantenimie­nto lo cubría el ISSSTE hasta 1985; después del sismo, el ISSSTE dice ‘ya no quiero broncas, qué tal si se me caen estos canijos’. Y toca la tentación y se los vende, baratísimo”, dice Viveros.

Desde entonces, el mantenimie­nto y el pago por el suministro de gas y agua corrió por parte de los vecinos del Multifamil­iar. A 60 años de su construcci­ón, el sismo de magnitud 7.1 del 19 de septiembre de 2017 le tiró uno de sus edificios. El avalúo de 2011 describe al edificio, que entonces ya tenía 44 años, con precisión: era un inmueble departamen­tal de interés social y habitacion­al de segundo orden, en una zona ya para entonces 100% saturada, con uso de suelo habitacion­al y densidad de hasta 100 personas por hectárea, de cinco pisos, con servicios públicos completos y en estado de conservaci­ón “malo en general”.

De acuerdo con el despacho valuador, los 16 años de vida útil que se le calcularon no significab­an una vida física, sino legal, es decir, que después de ese tiempo si no se remodelaba al menos en 30% de su estructura, el valor comercial habría disminuido considerab­lemente. Según los vecinos, nunca se había hecho una intervenci­ón arquitectó­nica al inmueble.

Los cimientos, la estructura y los entrepisos eran de concreto armado, con muros de tabique rojo recocido de .14 de espesor y aplanados de yeso a talocha, con plafones de yeso directo a la losa y acabados lisos y lambrines y pisos de mosaico liso de pasta de 20 por 20, sin zoclos.

El 19 de septiembre, todos esos materiales se vinieron abajo. Formaron una montaña de escombros que durante una semana fueron levantados poco a poco. De ahí escaparon 18 sobrevivie­ntes y nueve personas perdieron la vida.

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