Tras meses de creciente
Conflicto entre Madrid y Barcelona, finalmente ayer los separatistas dieron el primer paso que obliga a un choque de trenes con resultados difíciles de prever ante el laberinto en el que ambas partes se han metido
Tras meses de tensión e incertidumbre, el temido choque de trenes entre Cataluña y Madrid se produjo en una jornada histórica que cerró algunas de las incógnitas abiertas, pero dejó también flecos sueltos sobre el futuro de la crisis.
El Parlament catalán aprobó iniciar un proceso hacia una república independiente y Madrid respondió con la destitución de todos los miembros del gobierno catalán, así como con la disolución de la Cámara regional y la convocatoria de elecciones el 21 de diciembre.
Sin embargo, todavía quedan más interrogantes que certezas. El principal: cómo se materializará la destitución del jefe del gobierno catalán, Carles Puigdemont, y de todo su gabinete.
De acuerdo con funcionarios españoles, el cese de los responsables públicos se hará efectivo cuando el decreto que lo recoge se publique en el Boletín Oficial del Estado (BOE), lo cual se producirá previsiblemente en las próximas horas.
Destituido el gobierno y disuelto el Parlament, será difícil que Cataluña continúe su ruta independentista. Sin embargo, tampoco resultará fácil a Mariano Rajoy implementar la hoja de ruta que trazó ayer y habrá que esperar para ver en qué medida tiene éxito.
Entidades civiles soberanistas y fuerzas como el partido anticapitalista e independentista CUP (Candidatura de Unidad Popular) tienen un gran poder de convocatoria, que volvieron a demostrar ayer, cuando miles de personas celebraron en las calles de toda Cataluña la votación en el Parlament.
En particular la CUP, que apoya al gobierno de Puigdemont en el Parlament, llamó ya a responder con “desobediencia civil masiva” a la intervención de la autonomía. . . . . El Govern aseguró además que sus funcionarios se negarán a obedecer “órdenes de Madrid”: un boicot que dificultaría cualquier control de la administración.
El propio Puigdemont, antes de que Madrid aprobara su destitución, proclamó entre ovaciones: “Vienen horas en las que tendremos que mantener el pulso de este país, tendremos que mantenerlo en el terreno de la paz, el civismo y la dignidad”.
Pero tampoco el campo soberanista se encuentra en una situación clara. Una de las incógnitas de la jornada es si la Cámara catalana declaró o no ayer la independencia, pese a que así lo recogieron muchos medios españoles e internacionales.
La resolución aprobada gracias a la mayoría de los partidos separatistas instaba al Govern catalán a abrir un “proceso constituyente” para crear una república independiente. Sin embargo, esa alusión a la república independiente en concreto no se votó, ya que estaba incluida en la parte expositiva del texto.
Según analistas y medios, esta ambigüedad forma parte de la estrategia de los independentistas, que buscaron una fórmula para evitar posibles consecuencias penales. Además, el voto en el Parlament fue secreto, por lo que no se puede probar quién dijo “sí” y quién dijo “no” a la iniciativa de los secesionistas.
En cualquier caso, ni la resolución se podrá hacer efectiva ni la comunidad internacional dejó entrever ninguna intención de reconocer una “república catalana”.
La Fiscalía General del Estado español prepara querellas contra Puigdemont y otros líderes soberanistas por rebeldía, un delito castigado con hasta 30 años de prisión. La posible detención del president es otra incógnita que se resolverá los próximos días.
La CUP llama a ejercer la “desobediencia civil masiva” frente a las medidas de Madrid “Queremos paz, civismo y dignidad”, asegura el destituido presidente de la Generalitat catalana