Milenio Tamaulipas

Me importa un pepino si Spacey es gay

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L o que sí me importa es lo siguiente: desde que vi lo que escribió el actor Anthony Rapp respecto a cómo a los 14 años sufrió un intento de abuso sexual (pudo escapar), por parte de un muy ebrio Kevin Spacey vi venir los titulares. Nadie se salvó. Ni nosotros. Y debo decirlo, la naturaleza humana nos hace ser tan simples, tan brutos, a veces que era obvio que la nota sería “Kevin es homosexual”, lo cual por un lado, ya sabíamos, y por, el otro, ¿a quién le importa?

Lo que sí es importante es que un actor respetado y admirado (tengo el gusto de haber conocido a Anthony desde que regresó a interpreta­r a su maravillos­o Mark Cohen de Rent por ahí de 2007 y más adelante cuando hizo If/Then con Idina Menzel) se sienta tan conmovido por el movimiento que se desató por un enorme grupo de mujeres valientes denunciand­o acoso, que decidió compartir su historia.

¿Para qué? ¡Para que ya no pase! Para que sepamos que le pasa a los hombres también. Para que los padres no dejen a sus hijos de 14 años solos en fiestas de adultos, y sobre todo, para que nadie, absolutame­nte nadie, piense que este tipo de comportami­ento es uno del cual se puede salir impunement­e.

Y miren, 30 años después, tenemos a uno de los mejores actores del mundo metiendo más la pata, creando una catástrofe de percepción y buscando cambiar el foco de atención de lo que no es un asunto de preferenci­as sexuales, sino uno de abuso. Cosas que no tienen nada que ver una con la otra.

Habrá pensado el daño encima del daño ya hecho (que no recuerda, pero no niega) al aprovechar el mismo comunicado en el que admite que lo que Anthony Rapp dice puede ser cierto en términos y que ah, por cierto, es gay.

Si había decidido mantener su vida privada en privado, era necesario confirmar lo que se rumoraba justo en el momento en el que es el villano de la vida real. ¿No podían ser dos actos separados? ¿Tenía que llamar los reflectore­s a lo que el quería en lugar de lo que se está discutiend­o? ¿Y teníamos tantos que caer de manera tan obvia y predecible?

Les diría que es parece un truco de Frank Underwood, pero ese personaje sí actúa de manera inteligent­e. Más bien suena como una estrategia (si podemos llamar abrir la boca y decir lo primero que pase por la cabeza, lo más soez o evidente de preferenci­a) estilo Donald Trump.

No. No cancelaron House of

Cards por esto. Pero es bastante significat­ivo que este haya sido el día que decidieron hacerlo oficial. Si Kevin Spacey realmente, como dice, está en un proceso de reflexión respecto a su comportami­ento, lo mejor es que empiece por pensar el daño que le hizo a la comunidad gay juntando peras con manzanas. Dándole pretextos a los homófobos de seguir diciendo que la gente gay es un peligro para los niños. Lo son de la misma manera que la gente heterosexu­al. Los que están dañados. Todos estos son juegos de poder y contra eso es la protesta. Por eso habló Anthony Rapp, quien no tenía nada que ganar tampoco. No se está armando semejante revolución para sacar a la gente del clóset. Mientras sean mayores de edad y estén de acuerdo, Kevin, por mí ten sexo con quien quieras. Mientras tanto, no te confundas. Y tampoco trates de confundir. No eres Harvey Weinstein, pero también has hecho un daño terrible. ¡Que alguien me explique! ¿Por qué algunos de los peores depredador­es de Hollywood pueden ser tan talentosos y hasta tener tanta sensibilid­ad para contar historias hermosas en la pantalla?

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EFE

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